Familias que ayudan a familias

LleidaEl diagnóstico de un trastorno mental cae como una bomba. En el enfermo, pero también en su entorno más próximo de familia y amistades. El miedo, el susto, la angustia y sobre todo el hecho de no saber cómo responder ni cómo tratar a la persona afectada. En la consulta psiquiátrica se consigue poner la etiqueta a la enfermedad, pero a menudo las familias salen con tantas lagunas que ha hecho que se organicen en redes de ayuda mutua –de igual a igual– donde encontrar apoyo emocional y orientación. 

Germán Morente es voluntario a la asociación AMMAME de Santa Coloma de Gramenet, donde entró cuando a su hijo lo diagnosticaron con una enfermedad mental. “Desamparados”, responde a la pregunta de cómo se sintieron cuando recibieron el diagnóstico. Hace falta digerir que “de repente todo aquello que habías imaginado para tu hijo desaparece”, se lamenta, pero si se quiere salir adelante se tiene que saber reaccionar por el bien de todos. 

En Santa Paloma ya hace tiempo que en el AMMAME ofrecen 20 horas de formación a las familias que tienen un hijo o un progenitor que acaba de ser diagnosticado con una enfermedad mental. “No les explicamos nada sobre la enfermedad ni el tratamiento”, relata el voluntario, sino que se centran en pautas para “aligerar el dolor y la angustia”, así como resolver dudas e información sobre recursos y servicios de ayuda. En definitiva, concluye Morente, “mostrar empatía” y tener un espacio donde “escuchar y ser escuchado”. Por experiencia, continúa, el proceso empieza por “hacer el luto”.

Colaboración a tres bandas

La AMMAME ha encontrado buena sintonía con los profesionales del Caem (Centre d'Assistència Dr. Emili Mira) del Parc Salut Mar de Santa Coloma de Gramenet. La colaboración entre familia y médicos es primordial para iniciativas como esta, señala Laura Pellisé, jefa del proyecto Fent Costat Entre Famílies que la Federació Salut Mental de Catalunya (SMC) ha presentado a la Beca Premis Carles Capdevila para desplegarlo a otras partes del territorio, como por ejemplo a Lleida, donde cuentan con complicidades de profesionales del Hospital Sant Joan de Déu, especializado en salud mental. 

Para Pellisé, es importante que estas redes familiares de ayuda mutua se sitúen dentro de los centros sanitarios para facilitar el encuentro del voluntariado de familiares, médicos y la SMC en un mismo espacio cuando hay un debut (el inicio de un trastorno) o un primer ingreso psiquiátrico. El objetivo es que especialistas en salud mental (en primaria y en centros especializados) conozcan la tarea de Fent Costat para que deriven a pacientes. A raíz de la pandemia, los casos nuevos de trastornos han aumentado, y en algunos casos las enfermedades se han agravado por el confinamiento, las medidas restrictivas o la angustia y el miedo por un futuro incierto, apuntan expertos.

Pellisé coincide con Morente en que, tal como está diseñado el sistema sanitario, a las familias “se las deja de lado” para que todos los esfuerzos se centren en estabilizar y tratar a la persona enferma. Pero en realidad cuidar de la familia no es solo ofrecerles calor y apoyo emocional, sino que también se ayuda al paciente. “Si la familia está bien se favorece su empoderamiento y la recuperación de la persona enferma”, asegura esta experta.

En el proyecto, SMC es “el enlace” entre las otras dos partes, explica Marta Burgell, responsable técnica de la Coordinadora Salut Mental Terres de Lleida, que afirma que el sistema supondrá un “cambio de paradigma” sobre cómo abordar las enfermedades mentales. Primero, afirma, hay que hacer “pedagogía” entre los profesionales y, en este aspecto, apunta que la presentación de Fent Costat en Sant Joan de Déu ha ido bien porque ha podido romper esquemas entre alguno de los médicos y hacerles ver que hay que “incluir” en el circuito de la salud mental también a las familias.