El final de 'Cuéntame': no me cuentes más

El miércoles por la noche se acababa Cuéntame, la serie española por excelencia del siglo XXI. Empezó a emitirse dos días después del atentado contra las Torres Gemelas. Y han cerrado el círculo poniendo el punto y final al recorrido de los Alcántara cuando la ficción llegara a esa fecha: un par de días después del 11 de septiembre de 2001.

España ha aguantado veintidós años de este matrimonio típico español, Antonio y Merche, y sus melodramas. Y la ficción se ha convertido en patrimonio ibérico. El nombre de la serie se ha convertido también en una forma de bautizar la estética conservadora de los años sesenta y setenta. Y el "¡Me cago en la leche, Merche!", en un taco popular. Pero Televisión Española ha pasado de rosca la ficción, ha alargado dramáticamente una historia que no tenía más vueltas. Ya hace muchas temporadas que los personajes se convirtieron en caricaturas de lo que eran al inicio.

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En el último episodio se evidenciaba que, a pesar de las dos décadas de serie, tampoco han acabado de dominar el género. A nivel de guion son tan antiguos como la sala de estar de los Alcántara. Hasta el último día, la serie ha seguido haciendo diálogos artificiales en los que todos los personajes hablan uno tras otro como si esperaran su turno para recitar la línea de texto que les toca. Y como clausura, dan a cada conversación un grave tono, de significación póstuma. El capítulo final tenía tantas ínfulas de trascendencia televisiva que parecía una parodia. Cuéntame solo se podía acabar con la muerte de la abuela, Herminia. Los guionistas, después de un resignado “Estoy como estoy” que ya ves a venir la esquela, le preparan un soliloquio solemne que implica el encargo de una misión heroica a Carlos, su nieto preferido y narrador omnisciente de la ficción. El deceso de Doña Herminia es elíptico. Nos enseñan una puesta de sol con una silla vacía bajo la gran encina. La imagen era más propia de un anuncio de una empresa de seguros de vida que de una ficción en la que muere el alma de la familia. Cuéntame siempre ha tenido un mensaje subliminal que más allá de conectar con la historia de España conectaba con el presente. Siempre se ha buscado, entre líneas, una forma de ofrecer una reflexión de la actualidad a partir de forzar paralelismos con el pasado, sobre todo en épocas más convulsas. En el último capítulo, los hijos discuten y aparecen viejas heridas. Y cierran el conflicto con un discurso épico del heredero con música de violines: "Me gusta recordaros siempre juntos, formando una piña, una gran familia. Porque eso es lo que somos, una gran familia con sus cosas buenas, con sus cosas no tan buenas, pero una familia unida. Una familia donde han pasado muchas cosas. Hemos reído, hemos llorado, a veces por unos, a veces por otros, pero sobre todo una familia donde siempre nos hemos ayudado mucho los unos a los otros. Y por eso me cuesta mucho entender lo que está pasando ahora". Un mensaje final a la España dividida. Y cuidado, porque el último capítulo se titulaba Carlos, el heredero. No debemos descartar una secuela con el sucesor como protagonista para orientar a la audiencia en la España contemporánea.