Arte

¿Qué había antes en los bajos de la Casa Batlló?

La galería de arte Syra fue un referente cultural e intelectual barcelonés durante más de cuarenta años

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Una postal de Barcelona en la que se ve la galería Syra.

BarcelonaEl primer reto es localizar a barceloneses que, subiendo o bajando por el paseo de Gràcia, pasen por delante de la Casa Batlló. Un porcentaje muy alto de peatones son turistas. Quiero preguntar a cincuenta barceloneses si saben lo que había antes en los bajos de la Casa Batlló. Antes significa entre 1940 y 1986. Tengo mucha curiosidad por averiguar cuántos recuerdan la existencia de la galería de arte Syra, instalada en pleno meollo de lo que hoy es el corazón de la experiencia modernista de la ciudad , un paseo de Gràcia completamente despoblado de locales que no sean franquicias, restaurantes y tiendas de lujo únicamente enfocadas al consumo turístico. “¿Qué había aquí? No sabía que había algo en especial”. “¿Souvenirs?”. "Ni idea". Tres respuestas representativas de la cincuentena de encuestas improvisadas que hago. Una persona, finalmente, abre una brecha: “Había una galería de arte, ¿no?” La persona se llama Vicente y tiene 68 años. Vive en la calle Girona y no recordaba el nombre de la galería, pero sí su elegancia y qué bien entonaba con el entorno gaudiniano. Syra cerró el año 1986 coincidiendo con la muerte de su fundadora y propietaria, Montserrat Isern y Rabascall, muy recordada en los círculos artísticos catalanes como la primera mujer galerista en Cataluña. Entre los adornos, molduras y curvas imaginadas por Antoni Gaudí, una tienda de arte y objetos de regalo se consolidó como una propuesta imprescindible del paseo de Gràcia. Exponían a menudo artistas como Josep Guinovart y Cesc. Isern siempre tenía espacio para nombres emergentes y propuestas clásicas, pero atrevidas. La Concepción Martínez, esposa de Cesc, recuerda que Isern (con la ayuda imprescindible de su hermana Núria) convirtió a Syra en un referente. “A Cesc le encantaba exponer y siempre iba a visitar las exposiciones de otros artistas, era una sala grande y elegante, una galería de categoría”. Recuerda también la animada y fecunda vida cultural que envolvía el espacio. En la trastienda se organizaban actos, presentaciones y una animada tertulia artística dinamizada por el pintor Emili Grau Sala, el crítico, escritor y periodista Sebastià Gasch y el también crítico y profesor Rafael Santos Torroella.

Fotografía de un catálogo promocional de la galería Syra.

Todo esto ocurría antes de la fulgurante revalorización y la moda furibunda del Modernismo catalán, "cuando la fachada de la Pedrera era negra de suciedad", incide la Concepció. Cuando las rutas de Gaudí no existían y nadie imaginaba que preciados y mercantilizados serían en el futuro todos los espacios connotados con el sello del arquitecto. “En aquellos años me miraba de lejos Syra, no casaba mucho con mis inquietudes de entonces”, reconoce Vicenç Altaió, poeta y profundo conocedor de todas las rendijas del arte catalán del último siglo: “Fue después cuando vi toda la historia que se acumulaba en su interior, toda la relación con los artistas que orbitaban”. Y sí, fue muy importante para mantener el calor cultural encendido y latiendo en tiempos tan complicados como los cuarenta años de oscuridad. Un espacio de pensamiento, de personalidad, así lo resume Altaió.

La Syra abrió en 1931 en la calle Diputació, 262, y en 1940 se trasladó a la Casa Batlló. En el primer emplazamiento destacó sobre todo la relación con Joan Miró y la conexión con los arquitectos del grupo GATCPAC. Lo documenta Jaume Vidal Oliveres en su exhaustivo y referencial trabajo Galerismo en Barcelona (1877-2012). También destaca un detalle muy importante: el empuje de Montserrat Isern, a través de Syra, fue capital para crear la Feria de Dibujo de Barcelona. Y también, gracias a sus buenos contactos y otros galeristas catalanes con el entorno de Pablo Picasso, se crearon las sinergias oportunas que desembocaron en la creación del Museo Picasso de Barcelona.

Tres imágenes de catálogos de las exposiciones de la galería.
Tres imágenes de catálogos de las exposiciones de la galería.

Muchos años antes de la ideación del famoso Quadrat d'Or barcelonés –el nombre se oficializó en una exposición de 1990 de cara a los inminentes Juegos Olímpicos– ya existía un caldo de cultivo artístico muy importante en una zona habitada por el Modernismo, pero todavía no colonizada por la marca Gaudí. El Cuadrado de Oro, sí, el espacio de la ciudad delimitado por Aribau, paseo de Sant Joan, las rondas Universidad y Sant Pere y la Diagonal. El cuadrado que alberga la mayoría de las obras magnas del Modernismo barcelonés. Vale la pena reivindicar y poner en valor oasis como Syra, que fecundaron la ciudad mucho antes del tsunami.

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