Homenotes y danzas

El hijo de banquero que creó el imperio alemán del metal

August Thyssen inició una estirpe capital en la industria europea

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August Thyssen

Desde hace más de medio siglo, y de forma cíclica, el nombre de la modelo barcelonesa Carmen Cervera Fernández ocupa espacios generosos en los medios de comunicación por las más diversas razones. Hoy conocida como baronesa Thyssen, Cervera ha sido noticia a menudo estos últimos años por su colección de arte, procedente de su difunto marido, de quien también provenían el título y el apellido que utiliza. Quien tenga cierta edad recordará la figura de aquel corpulento hombre de aspecto germánico que contrajo matrimonio con la catalana en 1985, pero pocos se han preguntado por el origen de la fortuna de los Thyssen, a pesar de ser una de las familias capitales de la industria europea.

En 1921 nació en los Países Bajos el quinto hijo de Heinrich Thyssen, de nombre Hans Heinrich y futuro esposo de la citada Carmen Cervera. Heredó parte de un imperio empresarial que primero había pasado por las manos de su padre y que había creado su abuelo, August Thyssen, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Así llegamos al origen de la fortuna industrial de la estirpe. Con esto no debemos pensar que August Thyssen fuera el clásico emprendedor que comienza de la nada, porque no es el caso; de hecho, su trayectoria profesional empezó precisamente en el banco de su padre, lo que da una idea del potencial económico de la familia. La semilla del imperio industrial la sembró en 1871, con la creación de Walzwerk Thyssen & Co., una empresa de laminajes de metal. Enseguida comenzó la diversificación, primero con todo tipo de productos de hierro y acero, para después poner un pie en la minería del carbón e incluso en la generación de energía. Esto último fue posible gracias a la adquisición (1902) de la Rheinisch-Westfälisches Elektrizitätswerk Aktiengesellschaft (Empresa Eléctrica de Renania-Westfalia), la que hoy es conocida como RWE.

Durante el período de entreguerras, la industria pesada germánica experimentó una crisis, debido al exceso de capacidad productiva y de las caídas de precios, circunstancia que empujó a los afectados a crear un cártel que dominara el mercado, tanto del hierro y el acero como de la minería. En este consorcio, llamado Vereinigte Stahlwerke AG (Industrias del Metal Unidas), la compañía Thyssen tuvo un papel central.

Si algo aportó August Thyssen al mundo de la gestión empresarial, fue su gran capacidad de delegar en sus directivos, dispuesto a aceptar –cuando era necesario– la renuncia de sus propias ideas si consideraba que las de sus mandos eran más acertadas . También destacó por su decidida apuesta por promocionar a las jóvenes generaciones de trabajadores cualificados hacia cargos directivos. Desde el punto de vista corporativo, impulsó la integración vertical del negocio, esto es, el control de toda la cadena de actividades: desde la totalidad de las etapas de producción de los metales, hasta la distribución con una flota de barcos y de ferrocarriles propia. Pese a su condición de multimillonario –era uno de los hombres más ricos de Alemania– Thyssen se rodeó siempre de austeridad y nunca dejó de trabajar. Según decía, si descansaba se oxidaba. Cuando murió, el imperio pasó a manos de dos de sus hijos: Fritz, estrechamente vinculado al nazismo, y Heinrich, casado con una aristócrata húngara de apellido Bornemisza, lo mismo que hoy luce la colección pictórica parcialmente expuesta en Cataluña . La afición al arte que tenía el marido de Carmen Thyssen provenía precisamente de su abuelo Augusto, que fue el primero de la familia en invertir dinero en la constitución de una colección de obras de arte.

Tres cuartos de siglo después de su muerte, la empresa que había fundado se fusionó con uno de sus competidores, Krupp, la empresa que empezó fabricando cañones (firma de la que ya hablamos en esta misma sección), por convertirse en un gigante llamado ThyssenKrupp. Hoy en día, la empresa factura 40.000 millones, tiene 96.000 trabajadores y su máximo accionista, con una quinta parte del capital, es la fundación Alfried Krupp von Bohlen und Halbach-Stiftung.

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