¿Dónde ha ido a parar la iglesia que desmontaron para hacer el pantano?

La presa de la Baells –la única del Llobregat, si exceptuamos las que hay en el río Cardener, afluente del Llobregat– tiene como finalidad regular el agua de este río que nace en Castellar de n'Hug y llega amarronado en El Prat de Llobregat, y almacenarla para garantizar el suministro de agua de boca de Barcelona. Y posibilita la producción de electricidad -la central hidroeléctrica se construyó unos años después de la presa; se pensó en ella desde su origen, pero el proyecto se hizo más tarde.

Paseo por las entrañas de la presa con su responsable, Aleix Villegas, que disfruta mucho explicando su trabajo. Además, hoy me acompaña un grupo de suscriptores del ARA –miembros del Club Premium–, que siempre hacen buenas preguntas. Con ellos la experiencia es más enriquecedora.

Aleix Villegas ha trabajado en Latinoamérica en diferentes proyectos de creación y mantenimiento de infraestructuras hidráulicas, antes de hacerlo junto a donde nació: Berga. "Lo que aquí es un problema inmenso, en Guatemala es el día a día. En algunos lugares ves a gente armada. Mientras trabajaba, más de un día oí disparos", recuerda Aleix cuando estamos encima de la gran pared que retiene el agua del embalse. Vemos una decena de kayaks sobre el agua que dejan estelas que se van desdibujando. "Me da miedo no ver qué hay debajo del agua. Imagínate que estás nadando y topas con un tronco o hay una corriente. Nunca me he bañado en este embalse. De hecho, en ninguno. No me gusta bañarme en lugares donde no toco al suelo", confiesa.

"Vi subir el agua de este pantano un metro cada hora, durante el temporal Gloria", explica. Habla de forma muy didáctica pero de vez en cuando salpica sus explicaciones con alguna palabra que no tengo sentido, como ahora piezómetro. "Es un aparato que mide la presión que hace el agua hacia arriba, al pasar entre el terreno y el cuerpo [el hormigón de la base de la pared]", precisa.

Cuando le pregunto a qué dedica las horas, me responde que una de las tareas que le toma más tiempo es auscultar el movimiento de la presa. "Debe tener movimiento, esa pared. Una estructura que no se puede mover es probable que se vaya al suelo. Los puentes de las carreteras y de las autopistas, por ejemplo, tienen juntas de dilatación para que no hagan movimientos fuera de lo normal. Tenemos instalados péndulos para saber si la presa o el terreno se mueven demasiado". Aleix también se encarga de cuantificar las filtraciones existentes. "El agua encuentra rendijas para pasar; de lo que se trata es de que no aumenten en lugares donde no corresponde".

En una de las galerías de la toma hay bastantes paneles con imágenes e información escrita. Se habla, por ejemplo, de las desgracias: los muertos que han provocado las grandes inundaciones en Cataluña (600 muertes en una gran inundación en 1874, 815 muertes en las inundaciones de 1962... hemos ido mejorando). También se informa de las mayores presas del planeta, como la de las Tres Gargantas (China), que provocó el desplazamiento de 1,3 millones de personas; la de Itaipú (Paraguay y Brasil), que provocó la desaparición de las impresionantes cascadas de Guairá, además del desplazamiento de muchos indios guaraníes, y la de Asuán (Egipto) en el río Nilo, que puso fin a las inundaciones periódicas... la Baells –sí, había un tren que iba Berguedà arriba– y de la iglesia de Santa Maria de la Baells, románica. Tanto la estación como la iglesia, y todo el pueblo de Sant Salvador de la Ternera, quedaron negados "por el progreso". La fachada de la iglesia se desmontó para volver a construirla en un futuro en una nueva ubicación. "Se deconstruyó piedra a piedra, y cada piedra se marcó con un número, y en un plano se dibujó la iglesia con la ubicación de cada piedra numerada", me explica Aleix. "Se podría recuperar", digo. "Sí. Quizás falta alguna pieza, como ocurre en los puzzles". "¿Dónde está ahora esta iglesia?", pregunto a Aleix. "En un almacén de Sant Jordi, un pueblo nuevo de trinca, creado por voluntad y reivindicación de la gente de Sant Salvador de la Vedella". "¿Por qué no la vuelven a montar la iglesia?", me pregunto.

Sí que se ha conservado in situ el monasterio benedictino de San Salvador de la Ternera, aislado en un roquedal entre las aguas, cerca de la cola del pantano. En tiempo de sequía se puede llegar andando.