Las lecciones de las elecciones gallegas

Al día siguiente de las elecciones gallegas todo el mundo ha querido hacer una interpretación lo más favorable posible a sus intereses, y por eso es importante matizar algunas de las afirmaciones que se han hecho. Lo primero que hay que aclarar es que no es ninguna sorpresa que el PP haya mantenido la mayoría absoluta, puesto que era lo que preveían todas las encuestas a excepción de la del CIS, que cada vez tiene menos crédito. Otra cosa es que, con el patinazo de Núñez Feijóo sobre los indultos, se crearon expectativas para la izquierda que, a la hora de la verdad, no se han cumplido. En parte, porque los gallegos han votado en clave gallega y no estatal.

Este mismo lunes Alberto Núñez Feijóo ha insistido en el mensaje de que "Galicia es un modelo a exportar" y que el mensaje que han lanzado los electores gallegos es que "si se concentra el voto en el PP se frena el independentismo y se arrincona el sanchismo". La realidad es, sin embargo, que el modelo gallego no es exportable por la sencilla razón de que en este territorio Vox es marginal, mientras que en el resto de España, dependiendo del lugar, tiene un voto que se sitúa en torno al 10%- 15%.

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Tampoco se puede afirmar, con los datos en la mano, que el electorado gallego haya castigado al PSOE por su apuesta por la amnistía, porque la correlación de fuerzas entre la izquierda y la derecha es más o menos la del 2020. Lo que ha pasado es que ha habido un trasvase de voto desde el PSdeG hacia el BNG porque los electores progresistas han visto en la opción de Ana Pontón la alternativa más sólida y creíble a la hegemonía del PP . Y esto es así porque el PSOE ha ido cambiando de candidato a cada elección, al contrario de la apuesta del BNG por Pontón, y no ha sido capaz de construir un proyecto político a medio y largo plazo.

Si hubiera habido una elevada abstención entre el electorado socialista o un trasvase hacia el PP en lugar de hacia el BNG, quizás sí podría decirse que la amnistía ha pasado factura al PSOE. Pero esto no ha ocurrido. Es más, los electores progresistas han concentrado su voto en un partido que no sólo es partidario de la amnistía desde siempre, sino incluso del derecho a la autodeterminación.

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Pero tampoco puede decirse que el PSOE se haya lanzado en brazos del nacionalismo, como repite el PP. Simplemente ocurre que cuando tienes un competidor que lo hace mejor, pues lo normal es que te gane. Y no hace falta que sea una nacionalidad histórica para que esto ocurra: en el propio Madrid el PSOE tiene una posición subsidiaria respecto a Más Madrid. Y lo mismo que le ha ocurrido al PSOE le ha pasado, de forma aún más descarnada, a Sumar. La candidatura de Yolanda Díaz también fue improvisada, y se ha visto como una formación poco útil y nada arraigada en el territorio.

En definitiva, de Galicia se pueden extraer muchas conclusiones, pero pocas son extrapolables al caso de unas elecciones generales. Cada vez la gente vota diferente, en función de cada elección, y premia a quien mejor responde a su interés. Galicia ha votado por la continuidad de un galleguismo conservador que, por cierto, nada tiene que ver con el ayusismo ni con el aznarismo, y eso es una buena noticia para Feijóo.