Las lecciones del estancamiento económico de Alemania

El gobierno alemán prevé que el país cerrará el año con un decrecimiento de dos décimas, cuando la previsión inicial era que aumentaría un 0,3%. La cifra es especialmente relevante porque significaría que la economía alemana encadenaría dos años seguidos con crecimiento negativo (en 2023 cerró con un retroceso del 0,3%) y, por tanto, no conseguiría encontrar la fórmula para salir del pozo. Ni que decir tiene que el estancamiento alemán es una mala noticia para toda la UE, ya que como primera economía europea es el principal motor y también es el mercado interior más importante, y si ellos no compran nosotros no vendemos. Los expertos discuten ahora cuáles son las causas de una decadencia que, como siempre, no responde a una única causa.

Lo más visible de todos es que Alemania paga ahora su dependencia del gas ruso barato, que era un factor clave para la competitividad de su industria. A raíz de la invasión de Ucrania, Alemania ha tenido que renunciar a esta fuente de energía y, de repente, se ha encontrado pagando unos precios mucho más elevados por la energía, lo que ha convertido en inviables a muchas empresas ante los suyos competidores internacionales. Otra variable que los expertos señalan es que, después de dos décadas de austeridad autoimpuesta, Alemania no cuenta hoy con una red de infraestructuras al nivel de lo que su economía reclama. Las autopistas están colapsadas; la infraestructura ferroviaria y de telecomunicaciones, envejecida, e incluso obsoleta, y el país no ha podido seguir el ritmo en innovación tecnológica.

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Esta contención presupuestaria, que forma parte de su ADN, ha continuado incluso con el actual gobierno de socialdemócratas, verdes y liberales. Esto es así porque los liberales, que tienen el ministerio de Finanzas, tienen el control de las cuentas y siguen siendo reacios a aumentar el gasto. Éste es uno de los puntos de fricción entre los tres socios, en una fórmula de gobierno que no ha terminado de funcionar y que parece tener los días contados. La obsesión por controlar la inflación, que viene del trauma de la hiperinflación de los años 20 que dio alas al nazismo, les ha llevado incluso a presionar al BCE para que mantuviera unos tipos de interés elevados aun sabiendo que esto les perjudicaba. El gobierno alemán confía en que en 2025 y 2026 el país volverá a crecer y la sacudida de 2023 y 2024 quedará atrás, pero quizá sea demasiado tarde, porque las encuestas auguran una fuerte subida de la extrema derecha en las próximas elecciones .

En todo caso, habrá que extraer conclusiones del estancamiento alemán. El llamado Informe Draghi que ha hecho suyo la Comisión Europea va justamente en la dirección contraria de la austeridad, y receta una gran movilización de recursos públicos y privados para evitar que la UE se quede atrás en relación a China o Estados Unidos . Alemania cuenta con unas sólidas bases económicas y un modelo industrial y exportador que ha sido muy exitoso, pero debe reaccionar y cambiar de rumbo de forma rápida para volver a ser la locomotora de Europa.