Lengua y matemáticas: la imperiosa necesidad de mejorar

166.000 alumnos de 6º de primaria y de 4º de ESO harán en los próximos días las pruebas de competencias básicas para comprobar cuál es el nivel de conocimientos de la escuela catalana. Al lado de las pruebas PISA, son el principal indicador que tenemos. Se evalúan las lenguas (catalana, castellana e inglesa), las matemáticas y los contenidos de ciencia y tecnología. Tras los descensos pospandemia, en el 2022 hubo una cierta remontada, menos en catalán, que ha encadenado tres años de retroceso y está en su nivel más bajo desde el 2012. Si este año se confirmara la tendencia negativa que le afecta, el catalán se saldaría por primera vez con un suspenso. Sin embargo, la peor posición es la de las matemáticas, que llevan cuatro años sin pasar el corte mínimo exigible, aunque hace dos que han experimentado una mejora.

De hecho, en un escenario de continuidad, un nuevo descenso del nivel de catalán y un nuevo aumento del de matemáticas situaría ambas competencias en un suspenso junto al aprobado. Pero, naturalmente, la aspiración sería que en matemáticas continuara la mejora y que en catalán hubiera un cambio de tendencia y se fuera al alza. En el contexto de un descenso acusado del uso social del catalán, muy relevante precisamente entre los más jóvenes, el resultado de estas pruebas será crítico a la hora de dar una brizna de esperanza o entrar decididamente en la UCI. Sin duda, en lengua -y también en matemáticas- tenemos una imperiosa necesidad de mejorar.

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Las pruebas de competencias no lo son todo, claro. Pero son una de las formas de medida de las que nos hemos dotado. Ni se pueden convertir en la Biblia ni se pueden descuidar. Son un termómetro, una herramienta para saber dónde estamos y, por tanto, para decidir qué debemos hacer. Por supuesto, en cuanto a conocimientos básicos, necesitamos socialmente una inyección de optimismo: para motivar a los alumnos y los maestros, para tranquilizar a las familias y para serenar el debate en torno a la educación, que lleva demasiado tiempo tenso y enrarecido. Por construir un clima educativo positivo.

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Lengua y matemáticas son las dos competencias básicas sobre las que pivotan todo el resto de conocimientos. Son la caja de herramientas a partir de la cual se puede llenar nuestro cerebro. Sin buena comprensión lectora y buena escritura, sin una expresión oral fluida y rica, no puede edificarse ningún conocimiento sólido. Y lo mismo en la otra gran competencia: sin habilidades esenciales matemáticas tampoco se va a ninguna parte. Por eso estas pruebas se centran en las lenguas y las matemáticas, acompañadas, estas últimas, por la ciencia y la tecnología.

El reto que estos días afrontan los chicos y chicas, ya través de ellos los maestros, es importante. Las familias deben tenerlo claro. No debería ser visto ni vivido como un mero trámite. Tampoco debería convertirse el trance en una angustia ni un estrés: se trata de aprovecharlo para subir el listón de exigencia y de ambición. Si las pruebas se superan con buena nota, todos, empezando por los alumnos, nos daremos una muy bienvenida dosis de autoestima.