Luuk de Jong deja con un palmo de narices al Espanyol (2-2)
Un gol salvador del neerlandés evita el primer triunfo blanquiazul en la liga en 15 años
BarcelonaQué olla de grillos, los derbis. Qué partidos tan ilógicos. El propio Espanyol que había merecido más en el Camp Nou, de donde salió derrotado, puso contra las cuerdas a un Barça que encontró en Luuk de Jong a un héroe inesperado. Cuando la afición local ya celebraba el primer triunfo en casa en liga en 15 años, un cabezazo del delantero que parecía destinado a ser cedido hace pocos meses evitó el estropicio de un Barça demasiado blando en defensa (2-2). Un final alocado de un derbi por el momento desagradable. Con jugadores rodando por tierra y con tensión. Si en el Camp Nou perdonó al equipo de Vicente Moreno, en el RCD Stadium perdonó al Barça de Xavi. Su equipo volvió a sufrir un corte de digestión cuando parecía despegar. No acaba de llegar la alegría en el Barça. Pero al menos evitó la derrota.
El derbi es la historia de dos ciudades. Aquella que no tiene suficiente con las cuadrículas del Eixample y quiere mandar en Europa. Y esa que hace de cada partido un acto de resistencia. La última vez que el Barça había perdido en el campo del Espanyol en la liga había sido en 2007. Entonces marcó el ahora director deportivo, Rufete, Xavi jugaba y el escenario era Montjuïc. Y ahora, Xavi entrena a un equipo que tardó apenas 80 segundos en marcar. A los jugadores del Espanyol apenas les dio tiempo a tocar el balón, cuando Busquets pasaba la escoba recuperando un balón, permitiendo a Jordi Alba meterla en el segundo palo para que Pedri dejara con cara de no entender nada a los aficionados que llegaban tarde al estadio. Parecía que iba a ser un paseo azulgrana. No fue así.
El inicio soñado para todo culé era un golpe bajo para los pericos. Gracias a Adama y Gavi, el Barça coqueteó con el segundo gol, pero perdonó. Grave pecado, más en un derbi. Xavi había salido con el mismo equipo que había hecho daño al Atlético, con la única novedad de Dest per Alves. Y el Espanyol, con un 4-4-2 muy agresivo, fue llevando el partido a su terreno. Convirtiéndolo en un combate físico, con un montón de tobillos hinchados a ambos lados. Keidi Bare y Gavi, revolucionados, convertían cada balón dividido en un acto de honor. La emoción y la pasión estaban, el fútbol, no mucho. El Barça, se dejaba contagiar por un ritmo eléctrico lleno de errores. Aleix Vidal y Alba, compañeros no hace tanto, parecían miembros de dos clanes enfrentados. Y si Adama perdonó de cara a portería, fue Sergi Darder quien se encargó de sacar las telarañas de una portería. El genio de Artà, con tanto talento en sus botas que crea con ellas obras de arte de vez en cuando, hizo estallar el RCDStadium con un chute con rosca que dejaba pasmado a un Barça que no había conseguido controlar el partido. El gol de Sergi Darder era un pequeño poema escrito con pluma en medio de un ruido de martillazos.
Xavi, sin embargo, sabía qué hacia falta hacer. Cuidar la pelota, cuidar el juego de posición, el primer mandamiento de su estilo. La lesión de Araujo le permitió recuperar a Eric Garcia, con quien el balón salía más limpio desde atrás. Y el Espanyol se encontró encerrado en torno a su área, esperando tener alguna oportunidad para salir a la contra. La historia de las dos ciudades de siempre. Unos que mandan y otros que aguantan cómo pueden. En este juego de extremos, de aficiones que entienden la vida diferente, el Barça parecía salirse con la suya como siempre cuando Gavi hizo un 1-2 merecido. Pero el VAR detectó un fuera de juego previo, y poco después, Eric Garcia cometía un fallo descomunal que permitía a Raúl De Tomás marcar el 2-1. RDT, quien había perdonado en el Camp Nou, se sacaba la espina. Y la afición local se preguntaba si este finalmente, sería el día, 15 años después. Lo tuvieron muy cerca.
Contra las cuerdas, Xavi sacó del rincón de pensar a Ousmane Dembélé. Poco hizo. Además, el Espanyol tenía una vida extra, ahora que se encontraba por delante, llegando siempre a despejar el balón o cortar el juego con una falta. En este juego de extremos, el Espanyol era feliz defendiendo. El Barça no lograba ser feliz atacando, sin encontrar la forma de empatar. Y el reloj no era amigo de nadie. El Barça sentía que le quedaba poco tiempo, el Espanyol que tenía que aguantar demasiado.
Este debía ser el derbi para confirmar que el Barça camina en la dirección correcta, pero, en cambio, parecía aquel del renacimiento del Espanyol. Hace un año, estaba en Segunda. Hace pocos días, se dudaba de Vicente Moreno y ahora se encontraba haciendo sufrir a un Barça que perdió los papeles, con Piqué expulsado tras pelearse con Melamed. Pero cuando el Barça ya quemaba, un centro de Adama Traoré, que sigue demostrándole a Dembélé cómo debería jugar un extremo, permitió a Luuk De Jong convertirse en el hombre más querido por los barcelonistas. El neerlandés no sabe hacer muchas cosas, pero esas que sabe hacer bien, como rematar de cabeza, las controla. En un derbi duro, el Espanyol soñó. Pero el Barça le mortificó en el primer y último minuto.