Homenotes y danzas

El magnate americano más catalán: socio del RACC, propietario del castillo de Tamarit y mecenas de Ramon Casas

Charles Deering, heredero de un imperio de la maquinaria agrícola, dejó una profunda huella en Sitges

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Charles Deering

En la localidad costera de Sitges, justo en torno a la maravillosa playa de la Marina de Aiguadolç y junto al puerto homónimo, se encuentra el paseo de Charles Deering, que rinde homenaje a un magnate de Nueva Inglaterra. Puede parecer una presencia, la de Deering, sin correlación con Blanca Subur, pero nada más lejos de la realidad. ¿Quién era ese tal Deering y qué relación tenía con la villa sitgetana?

Su padre había hecho dinero fabricando uniformes militares y montó la Deering Harvester Company, una firma de maquinaria agrícola que le hizo rico. En este entorno privilegiado vino al mundo Charles Deering, que antes de incorporarse a la empresa familiar sirvió durante unos años en la marina estadounidense. A finales del siglo XIX la familia se mudó a Chicago y Deering estableció su residencia permanente en Evanston, una localidad conocida porque poco después se ubicaría allí la sede mundial de Rotary International, la principal organización filantrópica del mundo. En la ciudad de Chicago, los Deering montaron una factoría que llegó a emplear a más de 7.000 personas, o sea, un verdadero gigante de la industria. Curiosamente, en la misma capital también tenía la fábrica su principal competidor, McCormick Harvesting Machine Company, de Cyrus McCormick. Puede decirse que entre ambas, junto con una constelación de firmas más pequeñas, mecanizaron la agricultura americana en ese cambio de siglo.

Pero en 1902, siguiendo una propuesta de George W. Perkins, de la banca JP Morgan, ambas compañías se fusionaron en una sola, la International Harvester Company, para recoger nada menos que el 85% del mercado de la maquinaria agrícola. Un coloso de la industria a la que se sumaron también otras tres empresas de dimensiones más reducidas. Cabe decir que para que se realizara la fusión se habían dado unas condiciones previas: en primer lugar, la muerte unos años antes de Cyrus McCormick y, añadido a ello, la voluntad de vender el negocio que tenía William Deering, el padre de Charles. Con la nueva compañía, nuestro protagonista pasó a ser el presidente del consejo de administración hasta 1910, momento en el que se jubiló.

Una vez jubilado y sin responsabilidades empresariales pero con los dividendos del negocio brotando de forma generosa, Deering pudo dedicarse plenamente a otra de sus pasiones: el mundo del arte. En un viaje a París pidió que retrataran a sus hijas y el encargado de hacerlo fue precisamente el pintor catalán Ramon Casas, con quien establecería una profunda amistad y de quien acabaría siendo el mecenas. En un viaje del magnate americano a Barcelona, ​​Casas le invitó a visitar Sitges y el recién llegado se enamoró perdidamente. Tanto, que acabaría siendo hijo adoptivo de la villa y financiador de grandes proyectos. En 1912 Casas compró el Hospital de Sitges por cuenta de Deering y poco después adquirió las casas que servirían de base para edificar el Palacio de Maricel, una obra realizada bajo la dirección de otro pintor de renombre, Miquel Utrillo.

La implicación de Deering con el país fue tan profunda que, incluso, en 1915 se hizo socio del RACC, a propuesta del propio Ramon Casas. Pero Sitges no fue el único lugar donde el magnate invirtió, porque también compró el Castell de Tamarit (Tarragonès), donde depositó buena parte de las obras de arte de su colección. La propiedad del castillo se mantuvo en manos de los Deering hasta mediados de la década de los 80, cuando su nieto James lo vendió a la inmobiliaria de la familia Sen. Actualmente está destinado a eventos y celebraciones, como bodas o similares.

Dado que los inviernos de Chicago son muy duros, Deering encontró en Florida el lugar perfecto donde pasar los días y se construyó una mansión, hoy conocida como Charles Deering Estate y de titularidad pública. Fue allí donde, en 1927, el magnate, filántropo y mecenas de Ramon Casas murió, cuando tenía 74 años. Por cierto, la empresa familiar que revolucionó la vida de los agricultores americanos lideró el mercado hasta los 60, cuando fue superada por primera vez. El nuevo campeón nacional sería desde ese momento otra marca bastante conocida, John Deere. Sin embargo, la International Harvesting llegó viva y activa hasta 1986, cuando en medio de una fuerte crisis financiera que arrastraba desde la década anterior, bajó la persiana para reencarnarse en la Navistar International Corporation, que hoy todavía existe.

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