¿Cuántos másteres conviene tener en el currículum? Los riesgos (y beneficios) de la sobrecualificación
En Cataluña, el número de personas que se matriculan en un máster oficial se ha multiplicado por tres en los últimos quince años, superando ya las 51.000. El mercado laboral valora estas titulaciones, pero también tiene en cuenta la experiencia y las competencias transversales.
"El grado universitario es un requisito imprescindible para las empresas que han contratado a titulados y tituladas recientes, a diferencia del máster universitario, que no es percibido como requisito esencial". Éste es uno de los resultados destacados del último informe de la Agencia para la Calidad Universitaria de Cataluña (AQU). Se trata de una encuesta realizada al colectivo empleador sobre la formación del alumnado universitario. "Una de las misiones fundamentales de la educación superior es favorecer la inserción laboral de los titulados y tituladas", recuerda la AQU en la introducción del documento. "Sin embargo, varios estudios apuntan a la existencia de un desajuste entre la formación universitaria y las necesidades reales del mercado laboral, sea por la falta de competencias específicas o por la insuficiencia de titulados en determinados ámbitos", advierte.
Todo ello lleva a una pregunta que cada vez se hacen más jóvenes recién graduados: ¿conviene realizar un máster inmediatamente? Y aún otra: ¿se necesitan dos, tres, o más, para tener un perfil competitivo? Desde el Servicio de Empleabilidad de la UAB confirman al ARA que, si bien no hay indicadores cuantitativos que lo avalen, perciben que cada vez hay más estudiantes que cursan más de un máster. Con frecuencia, señalan, son alumnos que combinan formaciones técnicas con otras de gestión o estrategia. Sin embargo, lanzan un aviso doble. "Alargar la etapa formativa puede retrasar la entrada en el mundo laboral, y tener un curriculum vitae repleto de formación académica, pero con poca experiencia profesional, puede ser un obstáculo a la hora de buscar trabajo", apuntan. Así pues, exactamente ¿qué mira el colectivo empleador a la hora de decantarse por un candidato u otro?
Más allá de los másteres
Según la reciente encuesta de la AQU al colectivo empleador, sólo un 36,5% de las empresas consideran que las personas tituladas universitarias están "del todo preparadas" para entrar en el mundo laboral. Aunque un 84% valoran positivamente la formación que reciben, los empleadores detectan carencias en habilidades clave para el día a día profesional. Entre las competencias más solicitadas, la resolución de problemas, el trabajo en equipo y la comunicación oral, son las más citadas. También se añaden la capacidad de aprendizaje, la autonomía y la gestión del tiempo. Todas son competencias que no dependen tanto del número de masters cursados como de la experiencia y del contexto profesional en el que se hayan desarrollado.
Desde el Servicio de Empleabilidad de la UAB insisten en que, por encima de la acumulación de títulos, lo más importante es tener un objetivo profesional claro y elegir la formación que realmente ayude a alcanzarlo. "Recomendamos que cada persona trabaje el autoconocimiento, descubra su vocación y establezca su propio objetivo profesional", explican. Este proceso de definición debe incluir tanto la formación académica como las competencias profesionales requeridas, y adaptarse a cada caso. "Si realizar un máster puede abrir las puertas deseadas, definitivamente recomendamos cursarlo", añaden.
Más allá del número de titulaciones, los expertos insisten también en gestionar las expectativas. En palabras del Servicio de Empleabilidad de la UAB, es importante que los jóvenes titulados "ajusten sus expectativas a la realidad del mercado laboral y eviten posibles frustraciones". El exceso de formación sin una orientación clara puede acabar generando desánimo si las oportunidades profesionales no se ajustan a lo que el currículum promete. Por eso, recomiendan definir un objetivo concreto y entender bien las necesidades reales de los sectores a los que se quiere acceder.
Ante este escenario, recomiendan no tomar la decisión de cursar un máster por inercia o por presión social, sino hacerlo a partir de un proceso previo de autoconocimiento y orientación. "Cada persona debe descubrir su vocación y establecer su propio objetivo profesional", insisten. Una vez definido este objetivo, es necesario averiguar qué formación y qué competencias son necesarias para alcanzarlo, y si un máster puede ser una buena puerta de entrada. Y, en cualquier caso, complementarlo con experiencia práctica a través de prácticas académicas externas: una vía clave para poner conocimientos en juego, enriquecer el currículum y facilitar la inserción laboral.
En un contexto de crecimiento sostenido de la oferta formativa universitaria, las empresas siguen priorizando criterios muy concretos a la hora de seleccionar personal. El último informe elaborado por la AQU Catalunya sobre la opinión del colectivo empleador deja claro que la experiencia profesional sigue siendo el factor más determinante a la hora de contratar a graduados y graduadas recientes. Aunque un 84% de los empleadores valoran positivamente la formación universitaria que reciben los estudiantes, sólo un 36,5% consideran que están preparados para acceder al mundo laboral.
Cuando se pregunta por los requisitos más valorados, el título de master universitario no se considera esencial. Se ve como un complemento útil, pero lo que se prioriza son las competencias aplicables en entornos reales de trabajo, como la resolución de problemas, el trabajo en equipo, la comunicación oral o la capacidad de aprendizaje y adaptación. En este sentido, las prácticas académicas externas ganan peso como herramienta clave para facilitar su inserción laboral.
A estos datos se añade lo que recoge el Barómetro de competencias y ocupaciones de Cataluña elaborado por Pimec y la UOC, que muestra cómo crece la importancia de las llamadas competencias blandas. Según este estudio, en un 76,8% de las ofertas de trabajo publicadas en Cataluña se solicitan habilidades personales como la capacidad de adaptación a los cambios (48,3%), el trabajo en equipo (31,75%), la gestión del tiempo (31,75%) o crear soluciones para los problemas (30,65%). Este porcentaje ha crecido más de tres puntos en sólo un año, indicando una tendencia consolidada: los conocimientos técnicos son imprescindibles, pero ya no suficientes.