Médicos en Baleares: "Los pacientes ven el pin y me dicen «¡Qué bien! ¡Te puedo hablar en catalán!»"
El identificativo de Sanitarios por la Lengua anima a los pacientes de las Islas a utilizar la lengua, pero también provoca miradas de desaprobación de compañeros castellanohablantes
PalmaEl pin identificativo que lucen los profesionales de Baleares adheridos al movimiento Sanitarios por la Lengua les ha animado, a ellos y también a los pacientes, a hablar en catalán. Nadir Oliver es médico en el Centro de Salud (CS) de Son Serra - la Vileta y es una gran defensora de la lengua propia. Desde que lleva el pin ha notado cambios en el trato con los pacientes que visita de urgencia: “Hay quienes vienen, lo ven y me dicen «¡Ah, qué bien! ¡Te puedo hablar en catalán!»”, explica. Con los usuarios que trata habitualmente la situación no ha variado demasiado. “Por suerte, ninguno ha pedido cambio de facultativo”, explica entre risas. En un primer momento, Oliver dudó en ponerse el adhesivo, pero una idea la impulsó a ser más proactiva. "No puede ser que se tenga admiración hacia los profesores y no hacia los sanitarios", dice, en reconocimiento de la lucha de los docentes de las Islas contra el plan de segregación lingüística en las aulas.
El movimiento de Sanitarios reúne ya a más de 700 profesionales. Se creó en septiembre del 2023 como respuesta a la decisión de la consejería de Salud del Govern Balear de suprimir el requisito del catalán para acceder a una plaza. Los adheridos reivindican el derecho a utilizar la lengua propia en el ámbito sanitario como base para una buena calidad asistencial. Actualmente, una gran cantidad de profesionales de fuera pone en cuestión ese derecho, pero no sólo ellos.
Los sanitarios consultados aseguran que la experiencia de llevar el pin a la solapa ha sido positiva. Las relaciones con los pacientes, por lo general, no se han resentido, sino que han mejorado. Pero con algunos compañeros de trabajo el resultado ha sido diferente: "Cuando les expliqué que lo llevaba por la supresión del requisito y porque se nos quiere tomar la identidad cultural, recibí miradas de desaprobación", dice el enfermero al Hospital de Inca Biel Alomar. Pese a que este centro atiende a muchos pacientes catalanohablantes de la zona del Raiguer, también ha notado una mejora de la actitud de la gente hacia la lengua. "Hay más usuarios que desde el primer momento te hablan", dice.
Un derecho vulnerado
Los ciudadanos tienen derecho a dirigirse en catalán a las administraciones públicas, pero no siempre es posible. El sistema sanitario es un ejemplo evidente. Es habitual que se produzcan agresiones lingüísticas a pacientes y profesionales, como ya explicó elAhora Baleares. En cuanto al uso del catalán, cuando los pacientes acuden al médico se encuentran en una situación de vulnerabilidad y les surge una pregunta antes de empezar a hablar: “¿Lo hago en catalán o en castellano?”. El pin les ha ayudado a responderla. Joana Ruiz es usuaria del sistema público de salud y habla habitualmente en su propia lengua, pero reconoce que a veces lo hacía con miedo. “Ver el pin de los sanitarios te tranquiliza, te transmite confianza y te muestra que tienes ante un profesional que te entenderá en tu lengua y te evitará la conversación inicial baladí que a veces se tiene para saber si te entiende. El pin me ha empoderado”, explica.
Entre los profesionales adheridos también se han producido sinergias positivas. “Ahora vas por el pasillo y te encuentras a un compañero que no conoces y lleva el pin. Nos presentamos y hacemos piña”, explica Tomeu Ramis, anestesiólogo en el Hospital Universitari Son Espases. Ahora bien, conoce casos de sanitarios que sí han tenido problemas con sus compañeros. En ese hospital él no se ha encontrado con reacciones negativas de pacientes. "Me ven y se quedan tranquilos cuando saben que pueden hablarme en catalán", explica. Ramis describe el valor que tiene la pegatina para él. "No lo duque porque sí, sino porque la sanidad es el ámbito público en el que la lengua catalana está más desprotegida", dice.
Un ejemplo de esta desprotección es lo que explica Antonia, de 84 años. Su marido sufre demencia y está en una fase en la que entiende poco el castellano. Le es muy difícil encontrar un neurólogo o un enfermero que quiera hablarle en catalán. “Les da igual [a los sanitarios]. Hay una gran falta de humanidad”, lamenta. Por eso agradece a los facultativos que han decidido dar un paso adelante para reivindicar el derecho de personas como su marido a ser atendidas en la lengua en la que se han comunicado toda la vida. “A él ya no podrán ayudarle, pero sí a los que vendrán. No debemos volver al franquismo, cuando te insultaban si hablabas en catalán. Debemos avanzar”, opina.
El impedimento de ser atendido en catalán afecta especialmente a los pacientes vulnerables o que tienen problemas cognitivos. “El PP y el sindicato médico Simebal se esforzaron mucho en decir que el idioma no salva vidas. Pero los Sanitarios por la Lengua no podemos estar más en desacuerdo, porque para ayudar a un paciente debes entenderlo”, recuerda Ramis.