Los micropueblos que puedes visitar si quieres descentralizar el turismo
No forman parte de las rutas turísticas habituales, pero tienen varios atractivos para visitarlos. Hablemos de los micropueblos. Hemos seleccionado diez que vale la pena conocer.
Descentralizar el turismo no significa necesariamente desmasificarlo, advierte Asunción Blanco, especialista en geografía del turismo de la UAB: "Al final, todo el mundo quiere ver la Sagrada Família". En los últimos años también hemos visto masificado el turismo rural, en pueblos como Rupit y Siurana, donde se ha limitado el aparcamiento y gestionado la entrada de visitantes. Si no busca centros urbanos cercanos y huya de la masificación, una opción puede ser la del turismo rural más recóndito, el de los micropueblos menos señalados en el mapa. No todos quieren turismo, pero sí hay quien apuesta y por los que es una fuente de riqueza. Es el caso de Penelles, en la Noguera, con una población de más de 400 habitantes, donde gracias al turismo tienen o han podido recuperar "un cajero automático, dos restaurantes, un cine y dos salas de exposiciones", explica su alcalde, Eloi Bergós, responsable de la sectorial de progreso social de la Asociación Micropobles.
Él tiene claro que "los servicios para el turismo no dejan de ser servicios para los propios vecinos" y que hace que "el pueblo sea más rico y más vivo, y que la gente venga". Aunque no sea con turismo, que se repoblarán los pueblos pequeños, sí puede hacer "que los jóvenes que se han ido quieran volver" o que "los que tienen las casas cerradas las vuelvan a abrir". De tradición agricultora y ganadera, el turismo es un valor añadido para una sociedad campesina sin relieve generacional donde "lo que llevaban cincuenta familias ahora lo llevan tres campesinos". Además, la inversión en turismo ha resultado ser también una medida de integración para familias migradas, que "a través del camping o casa rural se han visto acogidas por las dinámicas sociales del pueblo".
Sin embargo, no es fácil hacer la inversión en la infraestructura con el presupuesto de un micropueblo. "Un monasterio produce lo mismo detrás de la catedral de Barcelona que en el pueblo más pequeño de Catalunya, y el presupuesto no es el mismo. A veces, debemos gestionar cosas igual de grandes que en una gran capital", explica Bergós.
¿Qué pueden ofrecerle estos lugares? "Lo más importante es la genuinidad del territorio. Vives al 100% lo que es el pueblo. Cuando estás en una ciudad no puedes captar lo que es ese espacio. La mayoría de veces es la misma gente del pueblo la que recibe el turismo", apunta Bergós. También subraya la tranquilidad del contacto con la naturaleza y las actividades para conocer el territorio. El tamaño es más alcanzable: "Hay tantos servicios en un sitio grande que no consigues ver lo más genuino". Ahora bien, se avisa a los intrépidos visitantes que deben ir preparados para no encontrar algunos de los servicios de las grandes ciudades: "Por la noche quizás no hay ningún restaurante abierto o quizás no puedes encontrar el periódico", pone como ejemplo. Considera que el turista que visita un micropueblo debe ir dispuesto a impregnarse de la naturaleza y de la gente: "Quizás no podrás encontrar museos, pero encontrarás el pantano, los almendros floridos, los murales... el encanto de cada territorio".
10 micropueblos con encanto y sin masas
- Penelles (La Noguera)
Cientos de murales pintados por artistas locales e internacionales decoran las paredes de este pueblo de poco más de 400 habitantes. Ésta es la propuesta singular de Penelles, que se ha convertido en referente inesperado del arte urbano.
- Beget (Ripollès)
Al abrigo de las montañas, partido por el río y con casas de piedra, Beget parece sacado de un cuento. Este núcleo medieval del valle de Camprodon de una veintena de habitantes está en las listas de los pueblos más bellos del Estado.
- Josa de Cadí (Alt Urgell)
De calles estrechas y casas de piedra, forma parte del municipio de Josa y Tuixén y se encuentra dentro del Parque Natural del Cadí-Moixeró. Su localización, en la cara sur de la sierra, le convierte en mirador natural del entorno, y también en un destino para amantes del senderismo y de la naturaleza.
- Conesa (Conca de Barberà)
Esta villa medieval seduce a los visitantes con sus murallas y torres defensivas. La trama urbana original, las antiguas casas nobiliarias que se conservan y una iglesia de estilo gótico invitan a recorrer sus calles y disfrutar de la vida cotidiana de sus poco más de 100 habitantes.
- Pujalt (Anoia)
Junto a Barcelona a caballo entre Anoia y Segarra, en sus calles encontramos pasos cubiertos con arcos y bóvedas que muestran la huella medieval. También captamos la historia reciente del campamento militar del Ejército Popular de la República. Además, el observatorio astronómico del municipio aprovecha la calidad de su cielo oscuro para conectar a los visitantes con el universo.
- Paüls (Baix Ebre)
Con una población más numerosa, de poco más de 500 habitantes, Paüls es una de las entradas al Parque Natural de Els Ports, un entorno montañoso y abrupto lleno de barrancos, fuentes y paisajes espectacular. Subido sobre una colina, a los pies de un castillo, conserva un casco urbano de calles empedradas y es punto de partida de senderistas.
- Guimerà (Urgell)
Es uno de los conjuntos medievales mejor conservados de Cataluña. Las casas de piedra, con detalles como ventanas nobles y pasillos que conectan edificios a distintos niveles, evocan el esplendor de épocas pasadas.
- El Loar (Priorat)
El paisaje vinícola y montañoso y el casco antiguo con casas de piedra conforman su entorno privilegiado. Las rutas que lo atraviesan le convierten en una buena opción para senderistas y La Ruta del Vino del Priorat, de la que forma parte, lo pone en el mapa para los amantes del vino.
- Montclar (Berguedà)
Con un casco antiguo que conserva casas de los siglos XVII y XVIII, así como una iglesia románica con dos capillas superpuestas, Montclar destaca por su curada restauración de su patrimonio.
- La Puebla de Massaluca (Terra Alta)
Un paisaje decorado con viñedos, olivos y almendros hace de este pequeño pueblo, que es el único de la comarca que limita con el Ebro y el Matarraña, un destino tranquilo para amantes de la naturaleza.