El modelo de la Euroliga, un espejo de difícil adaptación
La Superliga se inspiró en la escisión que reinventó el baloncesto
BarcelonaEl palmarés del baloncesto tiene dos campeones europeos en 2001. El Virtus de Bolonia, que superó al Baskonia en la final, se llevó el título de la Euroliga, mientras que el Maccabi, que se impuso al Panathinaikos, celebró la Suproliga, un torneo paralelo organizado por la federación internacional (FIBA) que pasó bastante desapercibido. El esperpento tan solo duró un año y la competición diseñada por los clubes fue la que perduró en el tiempo.
La creación de la Euroliga de baloncesto superó las mismas amenazas a las que ahora se enfrenta la Superliga de fútbol. “Si los clubes se mueven al margen de la FIBA y de las federaciones nacionales, sus jugadores quedarán fuera de las competiciones internacionales, incluidos los Juegos Olímpicos, los Mundiales y los Europeos”, aseguraba Borislav Stankovic, el entonces secretario general de la FIBA. La amenaza nunca llegó a cumplirse. El nuevo proyecto arrancó con el apoyo de Telefónica, hecho que provocó que los ingresos por los derechos audiovisuales prácticamente se duplicaran.
Cuando perdió el control de la máxima competición europea, la FIBA sedujo a clubes como el Maccabi, el Panathinaikos, el Efes o el CSKA con un aumento inesperado de sus ingresos, pero el proyecto oficialista no cuajó y tardó muy poco en integrarse en la Euroliga impulsada por los clubes díscolos. La creación de una nueva competición que rompía con el modelo establecido dentro del ámbito federativo y era pionera en la gestión totalmente privada fue sonada.
Más partidos entre los mejores
Tres lustros después, en 2015, la FIBA intentó recuperar el protagonismo perdido con la Champions League, una competición que no ha conseguido seducir a los equipos de primera fila. La respuesta de la Euroliga fue un contrato muy lucrativo con la multinacional deportiva IMG. La FIBA también puso en marcha unas ventanas de selecciones que, a pesar de la reedición de las amenazas, se disputan sin la participación de los jugadores de una Euroliga que no modifica su calendario. El espíritu disruptivo de la organización con sede en Barcelona es constante. Esta temporada decidió cambiar el sistema de reparto de ingresos y aumentó los vinculados a los derechos televisivos, que subieron de un 54% a un 79%, en detrimento del porcentaje vinculado a los resultados deportivos (21%).
Jordi Bertomeu, presidente ejecutivo de la Euroliga, avanzó en una entrevista al ARA en 2014 cuál era su objetivo final. “El modelo definitivo de la Euroliga tiene que ser una Liga Europea. Este es el dibujo final hacia el que tenemos que ir. Cómo y cuándo llegaremos a ello no lo sabemos. No podemos poner una fecha, pero es el objetivo. Todo lo que hemos hecho va en esta dirección, la de incrementar el número de partidos entre los mejores equipos”, avanzó.
Unos años después, los clubes de fútbol más ricos de Europa querían recorrer el mismo camino. “Para explicarlo de manera sencilla, queremos hacer lo mismo que en el baloncesto. La Euroliga todo el mundo la ve con normalidad. Los que tienen privilegios nos venden que, si lo hacemos, desaparecerán las ligas y que será una competición cerrada, cuando en el baloncesto esto no ha pasado”, recuerda Florentino Pérez, presidente del Madrid.
La Euroliga estudió la posibilidad de jugar en fin de semana, pero de momento siempre lo ha descartado. “Hay que analizar si esto le conviene o no al baloncesto. El fin de semana está muy ocupado por el deporte y no sé si podríamos tener la cobertura y la asistencia que queremos tener. No sé qué pasará en el futuro”, asegura Bertomeu.