El mundo académico reconoce la singularidad del hablar gerundense en el mapa de los dialectos catalanes
Un estudio avala la entidad propia del gerundense, diluido dentro del catalán central en la actual división dialectal
El uso de palabras o expresiones como cerrar, ruido, poco que lo he hecho paso, mi madre, o me hago daño, delatan claramente el origen territorial del hablante: el área de Girona. La singularidad del hablar gerundense es suficientemente evidente y acusada para otorgarle estatus propio y delimitación territorial en el mapa de la lengua catalana, donde el gerundense está diluido en el catalán central. Así lo constata el lingüista y abogado Miquel Gros en su estudioEl hablar gerundense: estado de la cuestión, publicado en la revista deEstudios Románticos del Institut d'Estudis Catalans este 2024. Es en gran parte a partir de este estudio que se ha incluido el dialecto gerundense en el nuevo mapa de variedades dialectales que se ha presentado en el festival "Pon tu la acento", que se ha celebrado este fin de semana en la Espluga de Francolí.
En su reivindicación de la especificidad del gerundense, que se suma a varios trabajos modernos donde se da por descontada e incuestionable esta singularidad, Miquel Gros se carga de argumentos indagando en textos de épocas anteriores escritos por estudiosos de la lengua como Joan Veny, Francisco de Borja Moll o Joan Corominas, a partir de los cuales ha podido constatar que "el habla gerundense, ya sea denominada así o ampurdanesa, es percibida desde hace siglos como una variedad bastante diferenciada en el contexto catalán".
De Francisco de Borja Moll, por ejemplo, Miquel Gros destaca que dio incluso categoría de dialecto al hablar gerundense, cuando decía que "el mallorquín es una lengua si le miramos en relación al castellano, al francés o al italiano, y es un dialecto si lo consideramos en sus peculiaridades respecto al gerundense o al valenciano".
44 entrevistas durante cinco años
Pero Gros también basa su tesis en un trabajo de campo dialectal, es decir, en las 44 entrevistas que ha realizado durante cinco años a hablantes del territorio gerundense, y ha emulado así en cierto modo al eminente filólogo Joan Corominas, que va recorrer todos los sitios de habla catalana para obtener de primera mano información para su monumental obra sobre la lengua catalana. Gros escogió a los entrevistados teniendo en cuenta que cumplieran varios requisitos, entre ellos que fueran hijos del municipio, que no se hubiesen movido mucho, con familia originaria por la región y que fueran jubilados. Las entrevistas duraron una hora aproximadamente y combinaron la conversación espontánea con "técnicas indirectas que permitieran la obtención del máximo de datos" para el estudio.
De su investigación, Gros ha podido constatar que, tal y como apuntaban Corominas y Joan Veny, entre otros lingüistas, el hablar gerundense no se circunscribe a la "provincia" de Girona, sino a los límites geográficos del obispado de Girona.
De la treintena de rasgos dialectales que Gros ha identificado a partir de su trabajo, completados por el Atlas Lingüístico del Dominio Catalán (ALDC), el estudioso menciona a un grupo de ya casi desaparecidos, como el paso como negación (vendré paso) o el verbo ser como auxiliar con perfecto de verbos inacusativos (somos ido, ha venido). En otro grupo de rasgos incluye a los que todavía son usados pero que no son exclusivos de la zona subdialectal fronteriza "a la que se supone que debería singularizar", sino que se extienden a las comarcas del norte de Barcelona (l' uso de palabras como ceias o paia en lugar de cejas o paja), o hasta el Berguedà, el Lluçanès o el Bages (cenra, viernes, moler, en lugar de ceniza, viernes o moler).
Un último grupo es el que incluye las características dialectales bien vivas hoy no sólo en el extremo norte de las comarcas gerundenses sino en el conjunto de las tierras históricamente vinculadas al obispado de Girona: formas verbales rizotónicas (yo tingo, tú quepas, él foreda), formas llenas en pronombres débiles (me mojo, se rompe), posesivos masculinos en palabras femeninas (mi casa), sufijos diminutivos (pobre, pobrote), refuerzo al presente de indicativo (cantote, menjuego) y afinidades con el rosellonés (cosquillas), entre otros muchos.