Las narcolanchas, de la tragedia al 'thriller'
La muerte de dos guardias civiles embestidos por una narcolancha en Barbate se ha convertido en uno de los grandes temas de los magazines matinales y los informativos en las televisiones españolas. La noticia tiene todos los ingredientes para captar la atención de la audiencia. Por un lado, el componente de tragedia, drama, thriller y política.
Este martes se incorporaba al relato la temeridad periodística. Un reportero de Espejo público, Raúl García, penetraba en uno de los barrios más conflictivos dominados por el narcotráfico, los barrios del Zabal y de la Almara, en La Línea de la Concepción. Iba en coche acompañado de un guardia civil que está de baja por un accidente y que se mantenía en el anonimato. El hombre explicaba el extremo peligro que suponía esa zona y el propio reportero añadía que la policía les había pedido que no fueran hasta ahí porque era demasiado arriesgado. Sin embargo, fueron. “¿Tú aquí bajarías conmigo?”, le pregunta el reportero. "No", contesta lisa y llanamente su copiloto. Y el periodista le vuelve a hacer la misma pregunta para que los espectadores entiendan la temeridad que implica esa información: “Tú aquí, como guardia civil, no te bajarías conmigo. Que no te lo estoy pidiendo, eh. Pero tú, aquí, ¿no te bajarías conmigo?”. Y el hombre insiste en que de ninguna manera. Le pide que no detenga el coche y, sin embargo, el reportero lo hace para mostrar los restos de un accidente de un vehículo de la policía de hacía unos días. El copiloto anónimo le pide con inquietud que se apresure a subir. Mientras conducen, el guardia civil, que parece bastante intranquilo, pide que escondan la cámara deprisa porque los ha interceptado uno de los que vigilan la zona. Luego una motocicleta los adelanta y observa el interior del coche de la televisión. “Cuidado, que aquí nos pueden hacer una encerrona o nos pueden apedrear” dice el hombre asustado. “¿Teméis por vuestras familias?”, pregunta el reportero. Necesita poner énfasis en el miedo, pero no parece tomárselo muy en serio. El guardia civil insiste en la inseguridad profesional y personal. Y de repente, el susto: una piedra atraviesa el cristal de la puerta del conductor. “¡Acaban de rompernos el cristal del coche!”, grita alarmado al periodista. Acelera mientras enseña un trozo de cristal roto. E inquieto añade: “¡Evidentemente, aquí te pueden matar!”, dice mientras huye.
Después, desde el plató, el reportero le decía a Susanna Griso que ellos no pretendían hacerse los valientes sino hablar con algún vecino de aquellos barrios conflictivos, pero que nadie quería. La presentadora recurrió a la comparativa más recurrente en España: “Nos está costando mucho hablar con los vecinos. A mí me recorda al País Vasco en otros tiempos”. La temeridad informativa, a medio camino entre el espectáculo, la estulticia y la imprudencia, lleva a los reporteros a no medir el alcance de los hechos que están explicando. Creen que el narcotráfico es lo que ven en las series con Pablo Escobar y lo que tienen ante las narices un conflicto entre vecinos en el que hay que hacer una encuesta callejera para que denuncien las molestias.