Así hace de madre

Eva Escudero Fraile: "Los niños de ahora ya no tienen pánico a las matemáticas"

Maestra, escritora y madre de Helena, de 9 años. Ganó el II Premio Hortensia Rojo de Literatura Infantil con la novela 'Coleccionistas de ceros' (Plataforma Editorial), con ilustraciones de Viv Campbell, para lectores de 9 a 11 años. El libro busca despertar la curiosidad de las niñas hacia las matemáticas

BarcelonaConstruir un mundo más justo no es posible si el talento femenino y el punto de vista de las mujeres no están más presentes en las disciplinas científicas. Desde mi perspectiva como maestra de primaria puedo decirte que los referentes femeninos aparecen ahora en los libros de texto de forma mucho más habitual que hace unos años, pero eso mismo todavía no ocurre en los libros de la ESO.

¿Qué tal le van las matas a tu hija?

— Tiene igual relación con las matemáticas que con otras asignaturas. Ella disfruta más con los trabajos artísticos y creativos, pero se deja enseñar y se esfuerza en aprender. Me gusta mucho ver cómo se interesa por saber qué utilidad tienen las cosas que le enseñan.

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¿Las matas ya no dan miedo?

— Afortunadamente los docentes ya no observamos ese pánico a las matemáticas que sí sentíamos los de mi generación cuando éramos los niños. En los niveles de primaria, tanto niños como niñas, se divierten con las victimas. Disponemos de muchas herramientas que permiten plantear juegos, retos, actividades de cálculo mental, gamificaciones. Lo que sí ocurre es que a veces las dificultades se ocultan porque al alumno le da vergüenza reconocer ante la clase que no entiende una cosa, lo que hace que arrastre un sentimiento de culpabilidad que le aleja de la asignatura .

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¿Y qué hacer?

— Desdramatizar el error. Emplear el humor para aprender a reírnos de nuestros errores, y los profesores debemos ser los primeros.

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¿Los primeros en equivocarse?

— A mí me gusta hacer bromas en las que me dejo en evidencia. Cuando los alumnos me corrigen les digo "Un cero para la profe", y se hacen un harto de risa. Claro que la clase se alborota, pero enseguida consigo que estén más relajados y receptivos.

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¿En qué te esfuerzas, como madre?

— Al ser coherente entre lo que pienso y lo que hago. Actualmente los padres y madres no lo tenemos muy fácil, porque recibimos mucha información sobre crianza, educación, salud y, con la mejor de las intenciones, querríamos aplicarlo todo. Veo a madres y padres que quieren que todo sea perfecto. Me resulta angustiosa esta hipermaternidad, porque no permite hacer otras cosas aparte de los hijos.

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¿Qué debería entender una hipermadre?

— Debe aceptar que su hijo o hija no es perfecto, que tiene todo el derecho del mundo a equivocarse y que no ocurre nada. A mí me encanta que mi hija me cuente las cosas que la preocupan, y que me tenga confianza suficiente para saber que yo la escucharé sin juzgarla. Mira, desde hace unos años decidí que debía elegir las batallas.

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Explícamelo.

— No puedes empezar cada día discutiendo porqué se ha vestido con una ropa que no combina bien o porque no quiere desayunar. Por tanto, me pregunto: ¿verdad que va limpia y abrigada?, pues ya está. No tiene mayor importancia. Ya desayunará en la escuela con más hambre. Los años pasan y tú, como madre, te vas conociendo mejor y haciendo las cosas con mayor seguridad.

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¿Cómo preparas a tu hija para superar los conflictos de patio?

— Con asertividad y empatía. Le digo que no sea pasiva ni agresiva. Me gusta hacerle ver que las amistades deben cuidarse cuando realmente valen la pena, porque no todo el mundo puede ser nuestro amigo. Los conflictos son naturales y surgirán siempre. Éste es un hecho al que las maestras nos enfrentamos cada día. Lo complicado es saber qué tipo de comportamientos o actitudes se pueden negociar y qué otros hacen que nos alejemos de las personas.

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¿Qué aprendes de tu hija?

— La lealtad que siente hacia las personas que ama y respeta. Su capacidad de perdón. Que sea capaz de rectificar. Mirándola aprendo que la actividad física es una excelente forma de conseguir la paz. Siento su presencia como un regalo absoluto. La etapa que vive me parece maravillosa, aunque educarla me agota y me desespera, a menudo. Todo ocurre tan rápido. Da vértigo pensar en el futuro e intento no olvidar que debo disfrutar cada momento.

¿Qué es lo último que Helena te ha pedido?

— Come de todo pero uno de sus platos preferidos es la lasaña con albóndigas que hace la abuela. El otro día se me acerca y suelta toda seria y convencida de que necesita una camiseta que diga "Y love albóndigas".