Todo lo que no se explica del postparto

El gran olvidado, el desconocido… Hay que acercar el imaginario colectivo a la realidad del postparto, en el que se mezclan todo tipo de sentimientos

Cada vez son más las mujeres que saben que la maternidad, y en concreto el postparto, no es un camino de rosas. “La nueva oleada feminista que estamos viviendo ha permitido que se hable más públicamente de una serie de temas vinculados a la experiencia de las mujeres que hasta hace poco estaban silenciados: salud sexual femenina, orgasmo de las mujeres, ciclo menstrual, maternidad y todo lo que lo rodea. A pesar de todo, el discurso hegemónico sobre la maternidad está marcado por una visión patriarcal y productivista de la maternidad, que considera que las mujeres tienen que ser madres abnegadas y a la vez supermujeres que llegan a todo”, asegura Esther Vivas, autora del libro Mamá desobediente*. Explica que esta imagen idealizada y romantizada que hay del postparto hace que haya unas expectativas cuando tienes un bebé que después no se cumplen, por eso muchas mujeres, sobre todo las que son madres por primera vez, viven la experiencia de la maternidad y el postparto con malestar y culpa.

Para Vivas, es importante sacar del armario la maternidad real para que las mujeres puedan reconciliarse con lo que significa y puedan tener una experiencia materna satisfactoria. “A las mujeres no nos está permitido hablar de la dureza de la maternidad y del postparto porque nos tildan de malas madres. Se espera que estemos enamoradas de nuestro bebé, siempre disponibles y felices”, apunta, a la vez que recuerda que el postparto es especialmente difícil en una sociedad hostil a todo lo que significa cuidar y maternar, con permisos de maternidad cortos y un montón de prejuicios sobre las madres. “Todo esto dificulta la experiencia materna”, concluye Esther Vivas. 

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La pintora Joana Santamans (44), que se considera fuerte y positiva, admite que el postparto ha sido como una bofetada. Hablamos cuando hace 40 días que ha nacido Julieta, su hija, después de un parto largo y complicado. Explica que durante el embarazo –una experiencia que la sorprendió muy favorablemente– recibió todo tipo de informaciones y recomendaciones sobre el embarazo, el parto, el postparto y la maternidad: “Eran tantas y tan diversas que he preferido vivir mi experiencia e ir viendo qué pasa y cómo me siento”. No se identifica mucho con ese amor incondicional que le auguraban que sentiría, cree que cada día se está enamorando más de Julieta, de la personita que es, de la mirada, de las sonrisas... y que todavía no tiene suficiente perspectiva –no se han separado más de tres horas– para saber lo que siente. Para ella es como si estuvieran mezcladas.

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Reconoce que no fue un enamoramiento automático, sentía una responsabilidad desmesurada teniendo en cuenta que estaba agotada físicamente. Hace referencia a las famosas de las revistas que salen estupendas con el bebé en brazos y andando como si nada. Ella estuvo cinco días en la clínica para recuperarse, tenía el suelo pélvico afectado, no podía andar, se mareaba, estaba débil y no sabía que las parteras sangraban durante tantos días después del parto. “Fui a clases de parto, me habían explicado muchas cosas, pero estaba convencida de que a mí solo me pasarían las buenas”, dice riendo. Batiburrillo hormonal, lloros, almorranas, dolor, pezoneras, agotamiento y la sensación de estar superada se combinan con una sensación de rejuvenecimiento que no se esperaba: “Asocio la reproducción a algo que se hace de joven, pero ya soy mayor. Este nuevo reto, no parar de aprender, sentirme inexperta... me conecta con la juventud”. Cree que si hubiera sido madre de más joven, quizás habría estado mejor físicamente, pero no llevaría bien la angustia para tener que posicionarse en el ámbito laboral, “en cambio ahora siento que me lo puedo permitir y le dedicaré todo el tiempo que necesite”. 

Lo que no se explica

“El postparto es el gran olvidado y no hay dos iguales”, asegura Laia Aguilar, consultora certificada internacional de lactancia materna (IBCLC) y comadrona LactApp, que publicará en otoño un libro sobre el postparto. Lo que destaca de esta etapa, que dura más de 40 días, es: 

- Gran dependencia. La persona que acaba de nacer depende de ti 24 horas los 7 días de la semana. Esto significa dormir poco, agotamiento, una alimentación muy intensa sobre todo si es lactancia materna y mucha responsabilidad. 

- El vínculo necesita tiempo. Es muy romántica la idea de que veremos a nuestro bebé y nos enamoraremos, sabremos cómo cuidarlo, lo abrazaremos y se nos pasará todo. La realidad dista de este imaginario colectivo. 

- Es un aprendizaje. Esta nueva etapa es un aprendizaje constante durante el que podemos sentir frustración cuando no sabemos qué necesita la criatura. 

- Cambios físicos. La barriga no se va enseguida y necesita tiempo para volver a su lugar, los pechos cambiarán y hacen falta días para que suba la leche, quizás saldrán almorranas o habrá dificultad para andar los primeros días, puede haber dolor, se puede sangrar unas semanas… Hace falta tiempo para que el cuerpo se recupere. 

- Ambivalencia. Se combinan sentimientos contradictorios, desde la felicidad y la paz que sientes cuando estás con tu bebé a estar sobrepasada y creer que no puedes más.

- Ajustar los estándares. La clave es no tener unas grandes expectativas las primeras semanas, y el objetivo tiene que ser cuidarse, cuidar a la criatura y que te cuiden. 

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