¿Por qué ya no hay hornos comunales en los pueblos? Vecinos de la Garrotxa se alían para que vuelvan a ser realidad
El proyecto de vivienda cooperativa de El Turrós impulsa una campaña de micromecenazgo para crear un obrador de pan y pasta comunitario
Argelaguer (Garrotxa)En muchos municipios de Cataluña, hasta entrado el siglo XX existía un lugar de encuentro semanal más allá de la plaza. Eran los hornos comunales. Se encendían con leña que se abastecía de forma colectiva y cada familia llevaba el pan levadura para hornear. Una forma vecinal de compartir recursos, en la que no entraba la administración pública, que con el tiempo casi ha desaparecido. Sin embargo, en la Garrotxa hace años que late una iniciativa para que en el valle del Llierca se encienda la chispa de un nuevo horno comunal. Y ahora todo apunta a que muy pronto será realidad. La masía El Turrós en Argelaguer, que abrió sus puertas hace dos años como la primera masía de vivienda cooperativa rural promovida por Techo Cívico, ha impulsado una campaña de micromecenazgo en Goteo para financiar la construcción de un molino harinero y obrador alimentario.
El grupo promotor de El Turrós tuvo claro desde un inicio que iría mucho más allá del uso residencial. Ya se planificó como un proyecto integral de vida rural, tal y como han funcionado tradicionalmente las masías, convirtiéndola en el nexo entre iniciativas de vivienda, agroecología y economía circular. Fue así como entró en juego la iniciativa Herramientas Comunes, nacida en el 2018. “Buscábamos una herramienta donde poder compartir un espacio comunal –explica Ona, una de las impulsoras del proyecto–. Recuperar la idea del horno y el molino de pueblo comunal”.
A partir de los lazos forjados con la EcoXarxa Garrotxa, una comunidad de intercambio de bienes y servicios con moneda social, Herramientas Comunes se constituyó como cooperativa en 2021. Ahora ya tiene unos sesenta socios que trabajan para que el obrador agroalimentario de Argelaguer sea una realidad.
Llenar el vacío de otros proyectos
El proyecto tiene en cuenta la economía circular –se acaba de plantar trigo en un campo de cuatro hectáreas de El Turrós–, pero a la vez busca “llenar el vacío” que dejó el cierre del molino de Triticatum, la asociación ubicada en el castillo de Sales de Llierca que trabaja para divulgar y conservar cereales antiguos. La harina del masovero del castillo, Víctor García, era un referente en la zona. Así como la pasta que producía Núria de Pasta Gansa, que alimentaba buena parte de la EcoXarxa Garrotxa.
Uniendo estos dos elementos, Ona tiene previsto empezar a producir pasta en el obrador a partir de la harina mucha en el molino una vez finalizado el proyecto. Y quien espera poder empezar a hornear a finales de año es Pau, conocido por su pan de fuego. Desde este invierno que en El Turrós ya está instalado el molino de harina gracias a la financiación de la Fundación Emprius, que busca recuperar la cultura comunal en las zonas rurales.
"Actualmente vivo en Salt y hago el pan en una masía de Fallines, donde puedo encender el horno sólo dos veces por semana", explica mientras enseña las obras de acondicionamiento de unos antiguos cubiertos que se convertirán en el obrador agroalimentario. En este tipo de proyecto Pau ha visto la mejor herramienta para dar salidas a gente con su perfil que quieren profesionalizar su actividad pero que chocan con las dificultades de tener las infraestructuras necesarias para una producción que garantice los requisitos legales de higiene y sanidad.
Pau abre un bloc de notas donde tiene un esbozo de lo que debe ser el horno. Por primera vez podrá disponer de una entrada para la leña distinta a la del pan. De momento dentro de lo que debe ser el obrador ya está la puerta de hierro por la que entrará el pan. Lo ha hecho otro artesano de las comarcas gerundenses. Es Iu Gironès, de Hornos del Terri, especializado en forja.
Tejer soberanía alimentaria
La campaña de Goteo tiene un mínimo de casi 5.000 euros que El Turrós está a punto de conseguir, pero el objetivo óptimo para financiar la obra es de 20.000 euros. Una vez que el obrador entre en funcionamiento, las personas particulares o proyectos productivos tendrán derecho a utilizar el espacio y las herramientas para actividades productivas profesionales, para el ocio y para el autoconsumo. El espacio estará a disposición por medios días o enteros, pagando una cuota de uso. Es la réplica de otros modelos de obradores compartidos que han ido creciendo en Cataluña en los últimos años, pero con la particularidad de que este obrador está incluido dentro de un proyecto de cooperativa de vivienda y de una finca que tiene producción propia .
Se busca así, en palabras del equipo de Herramientas Comunes, “crear nuevas actividades productivas en el entorno rural, enriqueciendo de diversidad económica y sobre todo empoderando a sus habitantes”. Pero más allá de ello, promover la soberanía alimentaria de la Garrotxa, para que el acceso a los medios productivos sirva para dinamizar la producción de materias primas y transformándolas en alimentos de calidad que sean consumidos en el mismo territorio.
Finalmente, el proyecto tiene en cuenta la recuperación de cultivos en desuso en El Terrús, como el campo plantado este año con Florence Aurora, que se considera el trigo más nuevo de los antiguos. Si levanta como está previsto, debería permitir a Pau hacer pan durante un año. De momento sabe que el horno, una vez hecho, todavía tardará entre cinco y seis meses en curar, y después dos o tres meses más en poder cogerle el punto para volver a hornear pan.