El patriarca tras el imperio de las famosas hermanas Koplowitz
Ernesto Kòplowitz adquirió en 1952 lo que se convertiría en Construcciones y Contratas
Hay historias que se entienden más si se empiezan a contar por el final y ésta es una. Viajamos en los años 80, cuando el mundo de las altas finanzas se puso de moda en una España que apenas intentaba deshacerse de los últimos vestigios del franquismo. Aquella década supuso el paso de una sociedad gris y aún con ciertas privaciones a una era de glamour, dinero fácil y beautiful people socialista. En medio de este frenesí aparecieron una serie de personajes del mundo financiero como Mario Conde (el abogado del Estado con mejor nota de la historia en la oposición), Javier de la Rosa (el financiero catalán), los Albertos (los primos Alberto Cortina Alcocer y Alberto Alcocer Torra) y las esposas de estos últimos, las Kòplowitz (Esther y Alicia). Toda una fauna que, por primera vez, puso el mundo del dinero en las portadas de los periódicos y de las revistas del corazón. De todo este grupo de personajes, destacaremos los Albertos, unos abogados madrileños de buena familia (descendientes de un alcalde de Madrid y de los Torra, banqueros catalanes) que hicieron el mejor negocio de su vida casándose con las hermanas Kòplowitz, poseedoras de una gran fortuna por vía familiar.
Ambas hermanas, huérfanas desde muy jóvenes, habían sido criadas como hijas por otro de los grandes millonarios españoles, Ramon Areces Rodríguez, impulsor y propietario de El Corte Inglés (aunque algunos estudios recientes ponen en duda parte de su heroica biografía de emprendedor, ahora no entraremos en el debate). El motivo por el que Areces ahijó a las pequeñas Kòplowitz es porque tuvo una relación con una viuda que murió poco después de conocerle: era la viuda de un constructor fallecido prematuramente llamado Ernesto Kòplowitz, con quien recuperamos lo que debía ser el hilo inicial del relato (nos hemos permitido poner un acento para forzar la correcta pronunciación en alemán, donde la palabra es esdrújula y no plana como se ha dicho siempre en España).
Nacido en Silesia, uno de esos territorios de la Europa central que ha ido cambiando de jurisdicción con el paso de las décadas, el entorno le empujó a hacerse ingeniero, dado que la región estaba profundamente industrializada gracias al carbón que había bajo tierra. Como las cosas empezaban a complicarse para los judíos en ese territorio, el joven Ernst empezó a dar vueltas por el continente, hasta llegar a España, donde encontró trabajo en una de las empresas clave de la industrialización europea, la alemana AEG (compañía de aparatos eléctricos que poco antes había dirigido el legendario Walter Rathenau y que era, por mediación de Sofina, propietaria de Chade, la empresa que hizo rico Cambó). Algunas fuentes retrasan la llegada de Kòplowitz a España hasta los años 40, pero esto seguramente fue sólo un regreso después de vivir un tiempo en París y que ésta fuera ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, motivo que le impulsó a atravesar los Pirineos por segunda vez.
Pasada la Guerra Civil, empezó a operar como contratista en el sector de las aguas, por lo que se encargó de gestionar canalizaciones y bocas de riego de determinadas zonas de Madrid. En esa época, en 1946, contrajo matrimonio con la que pocos años después luciría el título de marquesa de Casa Peñalver, la hispanocubana Esther María Romero de Juseo y Armenteros. De ese matrimonio saldrían dos hijas muy conocidas, Esther y Alicia. El enlace le abrió de par en par las puertas de las élites madrileñas, cuyo principal beneficiado sería su negocio, muy enfocado a la obra pública.
Más tarde, ya en pleno ascenso social, adquirió una firma constructora de pequeñas dimensiones llamada Construcciones y Reparaciones. Esto sucedía en 1952 y significó la primera piedra del futuro imperio, que pronto pasaría a llamarse Construcciones y Contratas. Uno de sus grandes proyectos de ese tiempo fue la construcción de una parte importante de la base militar de Torrejón de Ardoz (Madrid), nacida en virtud de los Pactos de Madrid (1953) entre Estados Unidos y el gobierno franquista. Cuando estaba en el momento más álgido de su trayectoria, todo se acabó de forma repentina: mientras practicaba la hípica con un hijo de una relación anterior al matrimonio, la yegua que montaba resbaló y se le cayó encima, circunstancia que le causó lesiones mortales.
Como decíamos antes, su viuda empezó poco después una relación con Ramon Areces, que una vez desaparecida ella, ahijó a las hermanas Esther y Alicia. Con los años, Construcciones y Contratas, liderada por las hermanas, se convertiría en la constructora de cabecera de El Corte Inglés y en una empresa multimillonaria. Ambas acabarían casadas con los primos conocidos como los Albertos, de los que en 1990 se divorciarían en medio de un gran escándalo y con la joven aristócrata Marta Chávarri de Figueroa (bisnieta del conde de Romanones) interpretando un papel estelar del sainete .