'Phishing', 'smishing', 'vishing' y otras estafas inquietantes
Un número desconocido llama al móvil. Contestas. Y en vez de encontrar a un ser humano al otro lado de la línea, aparece una grabación sonora de una calidad más bien deficiente. Te obliga a parar bien la oreja para entender lo que dice una voz metálica femenina. En castellano, y sin personalización alguna del mensaje, te comunica que tienen una oferta de trabajo que encaja con tu perfil, algo de un currículum, y que los añadas a tu lista de contactos para que te puedan enviar el resto de la información.
La primera vez que recibes esta llamada, el mensaje te deja desconcertado. No porque le des ningún tipo de credibilidad, sino por la sordidez de todo. Es obvio que se trata de una estafa desde la perspectiva de quien ya tiene trabajo, hace años que no envía currículums y sabe que las ofertas no llegan de centros robotizados que atienden a las personas como infrahumanos. Desde una perspectiva moral, ese mensaje impersonal demuestra desprecio para quien sea que conteste la llamada, sobre todo si esa persona necesita de verdad un trabajo.
La elaboración es sibilinamente tóxica. La ausencia de un saludo inicial, de unos preliminares para que puedas entender el contexto de la llamada, tiene la clara voluntad de subyugar al interlocutor. Es un imperativo, una orden impertinente, corta y apresurada para que obedezcas sin pensar. Induce al receptor a actuar desde el atolondramiento, desde la urgencia de una oportunidad que está a punto de pasar y sin ninguna oportunidad para consultar o informarse. El mensaje es breve, dura unos veinte segundos, y después se corta la llamada. Solo queda el rastro del número de teléfono archivado en el móvil, que no te atreves a marcar de nuevo por si esa interacción es capaz de consumar el fraude de alguna manera. El caso Pegasus y otras estafas de phishing, smishing, vishing, whishing, QRshing, pharming y lo que quieran inventarse han demostrado la facilidad con la que se puede acceder a los datos del móvil. Aquella grabación sonora deja entrever también el alcance del engaño, un fraude a granel que puede funcionar con cientos de llamadas casi de forma simultánea. La policía ha advertido de esta práctica, que han bautizado ridículamente como robocalling, y aconseja colgar rápidamente y bloquear el número. se aconsejaba a las mujeres que no se pusieran minifalda ni fueran solas por la calle para evitar ser agredidas en vez de perseguir los acosadores, ahora debemos ser los usuarios los que estemos en permanente estado de alerta de unos fraudes que irrumpen en nuestra vida en fin de semana y mientras estamos en el sofá de casa. no hay una oficina que recoja los rastros que dejan los estafadores. sino que tienes que esperar a que te la jodan para que alguien te dé el pésame oficialmente y te diga que es demasiado tarde y que la próxima vez vayas más alerta. compañías de teléfono, ajenas al abuso que se comete a través de sus líneas. Y la sensación de que, desde que firmemos la protección de datos, estamos más desprotegidos que nunca.