Medio Ambiente

Playas sin arena y paseos derrumbados: el cambio climático amenaza al litoral gerundense

Los temporales y la subida del nivel del mar causan desperfectos en primera línea de mar en municipios de la Costa Brava que viven del turismo de sol y playa

GeronaPara los municipios costeros que atraen a miles de visitantes, es clave poder tener, a primerísima línea de mar, tramos de paseos para caminar, espacio para terrazas, chiringuitos y kilómetros de playas para extender las toallas. Ahora bien, este lujo cerca del mar también supone un riesgo considerable, porque cuando se levantan temporales, las olas pican con fuerza contra la costa, se llevan la arena y causan destrozos en el mobiliario urbano. Estos episodios, por culpa del cambio climático, lejos de amainar serán cada vez más frecuentes y violentos, al igual que la subida del nivel del mar, que está creciendo a un ritmo de 4 milímetros por año. Todo ello erosiona, estropea y pone en peligro el futuro de playas y paseos del litoral catalán.

Para adaptar el urbanismo costero a las proyecciones climáticas de futuro, la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), en colaboración con el Departamento de Acción Climática, ha realizado un diagnóstico sobre la situación de los puertos, paseos y playas catalanes, desde Alcanar hasta Llançà. El objetivo es determinar las zonas con mayor peligro de desaparición y proponer, caso a caso, medidas viables para hacer frente. Especialmente vulnerables son las desembocaduras, como la del delta del Ebro, o la costa del Maresme, con construcciones muy expuestas en el mar, así como diferentes lugares de la Costa Brava, donde se repiten habitualmente tormentas de alto oleaje y vientos muy potentes . En el litoral gerundense, estos son cuatro de los municipios acostumbrados a convivir con la marejada que, a pocos meses antes de empezar la campaña de verano, tienen problemas en su costa.

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Un agujero de 90 metros en el paseo de Lloret de Mar

Durante el fin de semana del 9 y 10 de marzo, la borrasca de viento, lluvia y olas causó en Lloret de Mar un boquete de 90 metros en el paseo de Fenals, que ha obligado a cortar el paso a los peatones. La infraestructura cedió por estar construida sobre arena de la playa hacinada, inconsistente para aguantar la fuerte presión de las olas. “Para un pueblo pequeño de cultivo turístico el paseo es fundamental y tenerlo dañado afecta a nuestra reputación, porque tenemos mucho turismo internacional que puede escoger entre varios destinos y, si los grandes teleoperadores que querían ir a Fenals ven que le falta infraestructura de sol y playa, quizás preferirán Benidorm, Túnez o Egipto", afirma el alcalde Adrià Lamelas.

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Con el agujero a la vista en plena Semana Santa ya la espera de empezar a recibir el volumen de turistas del verano, el Ayuntamiento intenta acelerar los pasos con la Generalitat de Catalunya para empezar las obras, con la incertidumbre de si llegarán a tiempo. Para que no llegue una nueva tormenta y lo ponga en marcha de nuevo, no se arreglará el boquete reconstruyendo sólo la superficie de la calzada, sino también sustituyendo la tierra del cimiento por una escollera de cemento. Así se hizo después de los destrozos del temporal Gloria otros tramos del paseo, que ahora han resistido las olas.

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Calonge: sin arena en la playa Gran

A raíz de estas mismas tormentas del mes de marzo, más arriba de Lloret, en Sant Antoni de Calonge, en el extremo de Torre Valentina, la playa perdió mucha arena y una línea de palmeras del lateral del paseo marítimo quedó descalzada, con las raíces a la vista ya punto de caerse. En este municipio no sólo falta arena en este sitio, sino que toda la playa Grande que bordea los apartamentos está claramente en retroceso desde hace tiempo. "Tenemos un problema con la arena y en los últimos años ya no se está respondiendo porque el mar se lo está llevando todo, es muy costoso y llega un punto que ya no podemos hacer más esfuerzos, la situación se va agravando cada vez además, necesitamos que intervenga el ministerio", explica Raoni Molina, concejal de Playas de Calonge.

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El Ayuntamiento pide la acción de la dirección general de Costas del ministerio para sacar adelante medidas más contundentes, como la construcción de otros dos espigones entre Sant Antoni y Palamós, que frenen el oleaje y las corrientes: "L' estudio está aprobado, sólo falta que se ponga el dinero y que se ejecute, estamos pidiendo que figure dentro de la partida de los presupuestos del 2023, porque los del 2024 ya vemos que irán por largo", defiende el concejal. Y concluye: "Aún no lo tenemos resuelto, ya nos encontramos con la Semana Santa encima y nos afecta mucho, porque la playa es el principal actor económico del municipio, así que debemos cuidarla".

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La playa Nova de Roses, sumergida

Desde marzo, en algunas zonas del paseo de Roses, frente a los aparcamientos, ya ni siquiera queda playa y el agua toca directamente la calzada y no se ve ninguna franja de tierra. Ocurre a lo largo de los metros de la playa Nova, que, de hecho, no es un espacio natural, sino que, hace más de cincuenta años, se creó de manera artificial llevando arena con camiones para ganar metros de ocio frente al mar . Esto explica que sea el lugar del municipio más sensible a la subida del nivel del agua y que, habitualmente, sufra episodios de retroceso como el actual. El Ayuntamiento de Roses, cada tres o cuatro años, pone en marcha actuaciones de regeneración para ir alimentando cíclicamente el espacio, y confía en que en los próximos meses gane terreno de forma natural. "En las calas de la Almadrava o el cabo de Creus no tenemos problemas, pero en las playas urbanas, como la de la Perola o la Nova, hace falta restitución mecánica para que los visitantes puedan disfrutar de un espacio urbano de ocio", dice Lluís Espada, concejal de Medio Ambiente e Infraestructuras. Y añade: "Roses es evidentemente turística y por eso es necesario naturalizar el espacio de las playas, son nuestros parques".

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El Portichol de Empúries, víctima del 'Gloria'

Otro municipio acostumbrado a convivir con las inclemencias del mar es L'Escala, con una costa al abrigo de la tramontana, pero muy desprotegida ante las levantadas. Según el estudio de la UPC, si se cumplen las proyecciones de la crisis climática, el tramo del paseo Doctor Jesús Maria Isern, que se orienta en dirección al este y sube hasta el monumento de la Gente del Mar, está en peligro de desaparecer. Para el Ayuntamiento, sin embargo, éste no sería el lugar más crítico del municipio, porque en los últimos años se ha reformado el pavimento y, aunque con los temporales más fuertes las olas han superado el muro, no se han registrado nunca daños importantes. En cambio, preocupa mucho más el paseo que bordea la costa hasta Sant Martí d'Empúries, sobre todo la playa del Rec del Molí y la del Portitxol, que durante el temporal Gloria se derrumbó. Desde entonces, la playa ha perdido mucho ancho y, por tanto, también capacitado para defender la calzada.

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Sobre el retroceso de las zonas de baño, el alcalde Josep Bofill desiste de hacer nuevas aportaciones de arena: "En la recuperación de las playas poco podemos hacer, es muy complicado, porque depende de la dinámica natural: Empúries siempre se ha nutrido de la arena de las dunas de Sant Pere Pescador, pero ya no son tan grandes ni soplo tramontana, y en los ríos ya no bajan los sedimentos como antes". A raíz de este escenario, el Ayuntamiento de L'Escala trabaja en soluciones alternativas: "En Sant Martí se construyó un espigón muy largo y perpendicular al mar en 1992 para llevar la llama olímpica, pero no está claro si esta estructura, que beneficia a la playa de Empúries, perjudica también a las playas del sur, porque algunos técnicos consideran que retiene la arena de Sant Pere Pescador; es un tema que estamos evaluando con la dirección de Costas", defiende Bofill.

Pese a que la mayoría de los consistorios apuestan por la solución de diques y espigones para protegerse de las olas y alterar las corrientes, no es la opción más recomendada por los académicos de la UPC, que dan preferencia a echar atrás los paseos cuando sea posible o incorporar dunas y vegetación en las playas. "La solución de los diques sin duda es útil, pero es difícil plantearla a gran escala porque, si nos dedicamos a enriquecer toda la costa con construcciones, la impronta de carbono contra el planeta será más agresiva y daremos más alas al cambio climático que tanto ataca al litoral", concluye Agustín Sánchez-Arcilla, director del Laboratorio de Ingeniería Marítima de la UPC.

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