El problema del alquiler en Barcelona

El pasado año se firmaron 31.080 contratos de alquiler en Barcelona, ​​casi un 38% menos que el año anterior, según el Observatorio Metropolitano de la Vivienda. No había una cifra tan baja desde el 2009. Pero también fue el año en el que se extinguieron menos contratos de alquiler: 26.040, casi un 32% menos que en el 2022. El número de alquileres creció, pero sólo en 5.040. El dato más bajo desde la pandemia. Así pues, no es que desaparezcan las viviendas de alquiler, pero se está estancando su crecimiento y, sobre todo, lo que hay es menos rotación. Los barceloneses que viven de alquiler tardan más en cambiar de piso. Y las inmobiliarias que se dedican al alquiler han empezado a notarlo. Algunas, sobre todo las más pequeñas, han tenido que reducir el número de trabajadores que se dedican a los alquileres y destinar a una parte del personal a otras tareas.

Los datos del Observatorio Metropolitano de la Vivienda indican que el parque de viviendas de alquiler de Barcelona crece de forma ininterrumpida desde 2009, aunque el año pasado creció menos que nunca, sólo un 1, 9%. Pero no es de extrañar que los barceloneses que están de alquiler lo piensen dos veces antes de cambiar de piso. La demanda sigue aumentando y, por tanto, los precios se disparan. En el primer trimestre del año el precio medio del alquiler ya se había subido a los 1.200 euros, según los datos de las fianzas depositadas en el Incasol. Hace algunos días publicábamos que alquilar una habitación en la capital incluso ya rozaba la mitad del salario mínimo.

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Esta situación, evidentemente, dificulta la emancipación de los más jóvenes, pero también que los que no lo son tanto puedan irse a vivir en pareja o incluso que se planteen tener hijos. Otros optan por irse a vivir fuera de la ciudad, pero la situación actual del transporte público, sobre todo de Cercanías, no ayuda a hacerlo muy viable, si hay que seguir trabajando en Barcelona. El problema de la vivienda en la capital, y sobre todo el del alquiler, ya no es de ciudad, es un problema metropolitano y que tiene consecuencias en todo el país.

Hay dos grandes vías para afrontar esta situación con una visión a largo plazo, que no acabe generando más problemas. La primera implica resolver de una vez por todas los problemas de la red ferroviaria, con rapidez, que dificultan aún más la vida de quienes han tenido que ir a vivir fuera de Barcelona. Y también implica no quedarse aquí y seguir reforzando la red de transporte público, si no quiere acabar con una ciudad congestionada. La segunda es ampliar el parque de viviendas de alquiler de la ciudad. Y sí, será necesario un esfuerzo importante para que las administraciones aumenten el número de viviendas protegidas para arrendar, pero no será suficiente. También hay que encontrar la forma de que lleguen más viviendas de precio libre al mercado de alquiler. Más allá de la regulación necesaria para frenar la especulación, para rebajar la presión de la demanda será necesaria una mayor oferta.