Miscelania

Visto para sentencia: del "me estaba pegando" de la víctima al "no soy violento" de Alves

Los psicólogos forenses aseguran que la víctima no ha "simulado ni exagerado" sus secuelas

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Dani Alves en el banquillo de los acusados.

Barcelona"Me estaba pegando", aseguraba la víctima, tumbada en el suelo y entre llantos, minutos después de la presunta violación. "No soy este tipo de hombre. No soy violento", ha afirmado Dani Alves, sentado en el banquillo de los acusados, este miércoles. "No quiero nada. No quiero hablar, no quiero denunciar", insistía la mujer de 23 años. "Dijo que sí, no tuve que insistirle", respondió el futbolista brasileño. "Me ha tirado al suelo", decía la víctima mientras se señalaba una herida en la rodilla. "Ella me bajó los pantalones", ha dicho el futbolista mientras se apartaba un poco del micrófono para proceder a describir con gestos cómo ella, después, se arrodilló ante él.

Son dos películas totalmente opuestas de una escena que duró 15 minutos y que solo ellos dos, Dani Alves y la víctima, saben a ciencia cierta cómo fue. Uno de los dos miente, y los magistrados de la Audiencia de Barcelona decidirán en los próximos días quién dice la verdad. El juicio contra el futbolista por violación ha quedado este miércoles visto para sentencia. La justicia, a menudo representada con una balanza, deberá medir cuál de las dos versiones pesa más. La de la víctima salió reforzada en los dos primeros días de juicio, con la mayoría de testigos siendo fidedignos a su relato y los Mossos diciendo que las cámaras también lo avalan "completamente". En la última sesión, los psicólogos que la atendieron dijeron que "no simulaba ni exageraba". "Tenía miedo, cierta tensión, por momentos lloraba", ha explicado el psicólogo que la atendió en el Hospital Clínic. "La versión de la víctima es totalmente creíble", ha concluido la fiscal.

Había una frase que repetía la noche que asegura que fue violada, y que han recordado a la mayoría de los mossos d'esquadra y los trabajadores de Sutton que la atendieron y han declarado en el juicio: "No quiero denunciar. No quiero que salga mi cara". Hace algo más de un año que pronunció estas palabras. El lunes cerró el círculo diciendo: "Antes era feliz. Denuncié, por desgracia". No pudo dormir la semana previa al juicio, pero el peor momento fue a finales de año, cuando nada pudo hacer para evitar que no saliera su cara: la madre de Alves publicó su fotografía y su nombre completo en las redes sociales. Con todo, la Fiscalía y su abogada destacaron que ha mantenido su versión desde el 31 de diciembre de 2022.

"La versión de la víctima no se ajusta a la realidad. Es un relato instrumentalizado y mediatizado", ha afirmado la abogada de Alves. Este miércoles su cliente ha dado su última versión de los hechos, la quinta. La víctima y sus amigas declararon el lunes que el futbolista era un "baboso" que las tocó sin su consentimiento mientras bailaban. Las tres dijeron que estaban "incómodas". "¿Incómodas? No, para nada. Hablamos, bailamos. Nos movíamos", ha dicho Alves. Luego llegó uno de los momentos clave de la noche: "Perreamos y empezamos a intimar más. Me tocó las partes íntimas. Cuando lo hizo pensé que había cierta atracción y hablé con ella para ir al baño". Esta es la versión de Alves, y aquí es donde, a juicio de su abogada, la mujer le otorgó un consentimiento que nunca más le retiró porque nunca dijo que no. ¿La versión de la víctima? Que el futbolista le cogió la mano y se la puso en el pene, y que fue al lavabo pensando en despedirse pero que ya no pudo salir. Y lo dijo, asegura que insistió, pero luego Alves la tiró contra el suelo y se quedó "congelada". "Solo quería que la pesadilla terminara", declaró.

Llantos

La versión que ha dado Alves este miércoles, que ella le practicó una felación y después mantuvieron relaciones sexuales consentidas, no cuadra, según la Fiscalía y la acusación particular, con las huellas que hallaron en el baño. La abogada del futbolista, en cambio, dice que lo que no cuadra con estas pruebas es el relato de la mujer. Tampoco dice que cuadre con la información de las cámaras, aunque los Mossos aseguraron lo contrario. Con todo, serán los magistrados quienes dicten sentencia. La defensa del exazulgrana asegura que, desde el momento en que salió del lavabo, ella y sus amigas prepararon un plan orquestado solo para encausar a su cliente. Lo que enseñan las cámaras es que, un minuto y pocos segundos después de salir del lavabo, ella se tumbó en el suelo y se puso a llorar. Alves ha llorado este jueves, pero no cuando recordaba la escena del lavabo sino cuando ha recordado que supo por la prensa que lo habían denunciado.

De las pocas contradicciones del relato de la víctima, la defensa de Alves se fija en dos cosas que dijo en ese preciso instante, a la salida de la discoteca: que habló de besos y ahora sostiene que no recuerda haberse dado ninguno; que a un trabajador de Sutton le pareció oír mientras pasaba que la víctima decía que "sabía dónde iba y se había arrepentido". "Esto confirma la versión de la víctima, que no era consentido", respondió la fiscal, que profundizó en las contradicciones de Alves, desde las huellas hasta que asegurara ir bebido: "No hay ninguna prueba de que lo sustente". Una tesis, la del alcohol, que este miércoles han desacreditado dos psicólogas pagadas por el propio Alves, que han acabado admitiendo que el futbolista "sabía lo que estaba pasando".

La defensa del futbolista, en cambio, cree que hay otras dos pruebas que desacreditan a la víctima: que las lesiones no son suficientes con la violencia que ella describe y que le hizo una felación cuando ella lo niega. Todo depende, de nuevo, de la perspectiva: el ginecólogo del Clínic que realizó la primera revisión a la víctima ha asegurado que en la gran mayoría de violaciones no existen lesiones vaginales; y un médico del mismo hospital concluyó que no se podía concretar si el ADN de Alves hallado en la boca de la víctima era saliva o semen. Hubiera o no felación, la Fiscalía y la acusación particular han insistido en el mismo argumento: la joven dijo que no. La Fiscalía mantiene la petición de 9 años de cárcel, la acusación particular los 12, y la defensa del futbolista la absolución o, en caso de condena, un año de cárcel.

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