Patrimoni

El resurgimiento del ladrillo de la Bisbal de Empordà

Cerámicas Ferrés y Este son las dos únicas empresas que se dedican a la construcción y viven un nuevo boom de demanda de arquitectos y rehabilitaciones

Corçà / La Bisbal d'Empordà / VulpellacUn simple vuelco para la Bisbal deja entrever cómo la cerámica ha moldeado y todavía moldea la capital del Baix Empordà. Por un lado, la veintena de chimeneas que inundan el paisaje. Por otra, los comercios de la calle de l'Aigüeta con la oferta variada de vajillas y macetas pintadas con emblemático esmalte amarillo y verde. La artesanía local vive un "momento dulce", como destaca el director del Tarracotta Museo de Cerámica de La Bisbal, Xavier Rocas, con una cuarentena de pequeños talleres que cada vez tienden a hacer piezas más artísticas. Pero a punta y punta del municipio, en Corçà y Vulpellac, también laten con fuerza las únicas dos empresas que restan del pasado industrial, cuando la Bisbal era un referente en la producción de materiales de la construcción.

Son las irreductibles de la cerámica industrial. En Corçà, con una cuarentena de trabajadores, Ceràmiques Ferrés es actualmente la única empresa que fabrica la típica baldosa vidriada esmaltada en cartabón, así como los inconfundibles pasamanos y goterón. Y saliendo de la Bisbal en dirección a Palafrugell, en Vulpellac, se encuentra la empresa familiar de Cerámicas Este, que con unas dimensiones mucho más reducidas se ha especializado en la rehabilitación de edificios antiguos que tienen cerámica vidriada. Son los únicos que realizan piezas de cerámica a medida para el cliente y comparten con Ferrés el hecho de que no dan abasto a la demanda que viven en los últimos tiempos.

La experiencia de conocer un taller

En plena efervescencia de los espacios para hacer o pintar cerámica en las grandes ciudades, Jaume Ralduà, maestro artesano de la Bisbal, se encontró pasada la pandemia que la gente les preguntaba dónde conocer su trabajo. Dándole vueltas con su hija Violeta, que está dando el relevo generacional al negocio de Ralduà Ceràmica, decidieron en el verano del 2023 abrir por primera vez el taller a pequeños grupos para hacer y pintar tazas, cuencos o la idea de que surja .

Después de 50 años haciendo todo tipo de utensilios, Jaume Ralduà se ha convertido en la punta de lanza de la nueva marca turística Visit Empordanet . Se trata de un plan estratégico para promocionar en la segunda zona de Cataluña con mayor concentración de artesanos, después del área metropolitana de Barcelona: la Bisbal d'Empordà y cercanías. También es posible visitar el taller de Jordi, de Cerámicas artesanales LB; o cómo Igor y Gemma, de LUR, trabajan a mano el gres; cómo Annick Galimont hace juegos de té; y Francisco, de Cerámica Yuma, enseña a hacer cerámica desde cero.

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A Carles Agustí Turró, nieto de ceramistas, le gusta decir que él es un “solucionador de problemas”, porque es de las pocas empresas que quedan en Cataluña que tienen la capacidad de hacer en serie piezas cerámicas de nueva creación, así como reconstruirlo de viejas para crear idénticas a las que se hicieron un siglo atrás. Es el caso de las cúpulas del Hospital de San Pablo de Barcelona o de la torre llena de flores y hojas del Capricho de Gaudí en la localidad cántabra de Comillas, donde han vuelto a hacer cientos de pequeñas piezas cerámicas y baldosas para que vuelvan a brillar con todo su esplendor. Con mucha "pasión" y la implicación de toda la familia, mantienen un trabajo "muy manual". A partir de un molde de nueva creación –otro trabajo en peligro de extinción, el de los moldistas– y una prensa o una extrusora, manufacturan las piezas. "Después viene la tarea de pulir y engober, que es totalmente manual", explica el propietario de Ceràmiques Est.

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La arquitectura popular revive

En el caso de Ceràmiques Ferrés, Neus y Lluís Ferrés, primos entre ellos e hijos de los fundadores de una empresa creada en 1956, han sabido encontrar el camino para sacar adelante una industria que se languía. Y es que de la docena de empresas que antes hacían baldosa vidriada a todo trapo y exportaban a toda España en el momento del boom franquista de la construcción en los años 60 y 70, ahora sólo quedan ellos. Ahora bien, los competidores ya no están en la puerta de la esquina y en un mercado global se han dado cuenta de que había dos formas de crecer: ofrecer un producto diferencial y al mismo tiempo reivindicar las raíces en un contexto en el que la arquitectura se ha vuelto a acercarse a las formas más populares y muchos clientes aprecian los productos kilómetro cero.

Lo constata Cristina Gamboa, una de las socias fundadoras de la cooperativa de arquitectura barcelonesa Lacol, que junto con el despacho Altura, este 2024 han sido finalistas de los Premios de Arquitectura de las Comarcas Gerundenses con Ca la Carolina, la reforma de una casa entre medianeras en Rabós en la que se han utilizado todo tipo de baldosas vidriadas amarillas de La Bisbal para los acabados de la fachada, así como baldosa catalana para los suelos. “Es tendencia una forma de hacer arquitectura consciente de los recursos que se utilizan –explica Gamboa–. Ir a la esencia y dejar materiales originales y cercanos. Nos preguntamos qué tenemos a nuestro alcance. Y mejor la artesanía de La Bisbal que producidos en serie en Castelló. Pero este proceso a su vez ha generado nuevas estéticas y se están generando ciertas modas”.

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La especialización en celosías

Desde Ferrés lo han constatado con un aumento del interés por parte de arquitectos. "Quizá nuestro secreto es que somos elásticos y nos hemos puesto en manos de diseñadores ahora que se vuelve a valorar el producto artesanal", dice Lluís Ferrés. Su prima Neus asegura que su camino ha sido invertir en la "diversificación" de producto y en "arriesgar" con un "buen nuevo catálogo", que también es muy "amplio". "El arquitecto busca diferenciarse y con nuestros productos, a los que saben dar la vuelta, les hemos enamorado", añade. Mientras en Este fabrican a la carta, en Ferrés ofrecen más de 3.000 artículos diferentes hechos a mano. La mayoría de ellos pasa por dos hornos continuos a 1.024 grados centígrados durante 22 horas. Pero si hace unas décadas eran baldosas vidriadas, lo que inunda ahora la fábrica sobre todo son los celos, protagonistas inconfundibles de su último catálogo.

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Todo esto se hace más que evidente dando un vuelco rápido por la fábrica. Quizás el negocio que más les ha hecho de escaparate de esta nueva afición es el restaurante Disfrutar de Barcelona, ​​convertido este 2024 en el mejor restaurante del mundo. Todo el interior del local es un catálogo de diferentes celos elaborados por Ferrés. Pero pese a tener tirada sobre todo en el arco mediterráneo, Neus Ferrés, responsable del área comercial, asegura tener muchas ventas también en Estados Unidos y Australia. Lo que hasta hace unos años servía sobre todo para realizar vallas de jardín, ahora está teniendo multitud de usos decorativos, también para interiores. "Vendemos a todo el mundo y nuestra competencia es también en todo el mundo", dice Lluís Ferrés. La exportación ha aumentado un 20% en los últimos 5 años, el pasado año facturaron 4,5 millones de euros y este año tienen la previsión de crecer un 13%.

Ampliación de la fábrica

El aumento de demanda, con algunas listas de espera de dos o tres meses, ha llevado a Ferrés a invertir en la ampliación de la fábrica en un 50%. Las instalaciones ya están casi listas y cuentan inaugurarlas el próximo año, después de que a raíz de la fuerte granizada del 2022 en La Bisbal cambiaran las cubiertas y aprovecharan para instalar placas solares. También están aumentando en un 50% la parte expositiva de su sede en Corçà, donde las baldosas y los celos no tienen demasiado protagonismo. La parte nueva, que será mucho más tecnificada, contrasta con la zona donde todavía se manufactura de forma tradicional la baldosa con máquinas de la época en la que los padres Ferrés pusieron en marcha el negocio, así como el horno de los años 60, construido pieza en pieza por los mismos padres, y que todavía utilizan para secar cerámica a partir del vapor que sale de los hornos online. El de cerámicas Este es un horno mucho más reducido pero con unas vistas de lujo: el gallinero de la familia. En ambos casos, a pesar del crecimiento, no quiere perderse el vínculo ni la mirada hacia la cerámica artesanal.

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Los cuatro momentos álgidos de la industria

Quien quiera saber más sobre cómo la cerámica ha moldeado durante siglos la Bisbal debe ir al Terracotta Museo de Cerámica. El director, Xavier Rocas, explica que la industria local en torno a la cerámica ha sufrido "picos y bajadas" en los dos últimos siglos.

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De mediados del s. XIX hasta la caída de Cuba

El pavimento de baldosa fina

El primer boom empezó a mediados del s. XIX, cuando la burguesía buscaba diferenciarse y abrazó los pavimentos de baldosa fina, que también se exportaban a Cuba, pero la llegada del suelo hidráulico y la pérdida de las colonias hundió el negocio.

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De principios del s. XX y hasta la Guerra Civil

El auge del novecentismo

El estremecimiento por el cambio de modas con la irrupción del suelo hidráulico a finales del XIX –más barato que los pavimentos de ladrillo fino– se solucionó a principios del s. XX, cuando se construyen las grandes fábricas con la veintena de chimeneas que coronan el cielo de la Bisbal, entre ellas la Terracotta de 1928 (donde está el museo). Es el momento álgido del noucentisme, que en tierras gerundenses tiene a Rafael Masó como gran exponente: el momento dorado de los revestimientos cerámicos con una fuerte vinculación entre arquitectos y ceramistas.

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Finales de los 50 y años 60

El 'desarrollismo' de Franco

Pero la Guerra Civil y no la Segunda República –cuando se colectivizan las fábricas– acabará, por un tiempo, con el tejido industrial local. El reavivamiento llega a finales de la década de los 50 y sobre todo durante los años 60, vinculado a los planes de desarrollo franquistas. “Se pone de moda el baldosín catalán, que viene a ser una evolución y reinterpretación del pavimento de tierra fina del siglo XIX”, explica Rocas. Todo ello, sumado al uso de cerámica vidriada en la explosión constructiva del momento, hace que aparezcan hasta quince fábricas.

Últimos 10 años

Regreso a los materiales populares

"Todo este legado ha quedado reflejado en el paisaje de La Bisbal", añade Rocas. Pero tras una gran explosión, llega también el declive por el cambio de modas, con la irrupción de materiales como el gres y el crecimiento y especialización de nuevos mercados, como el de Castellón con la baldosa. Las fábricas fueron cerrando y actualmente sobreviven Cerámicas Ferrés y Este, con una fuerte demanda. Pero el director del Tarracotta Museu asegura que la cerámica de La Bisbal vive un “momento dulce” en lo que respecta a la actividad artesanal.