Los retos de futuro de ERC

Esquerra Republicana ha celebrado este sábado lo que seguramente es su último consejo nacional antes del congreso del 30 de noviembre en el que se debe decidir el rumbo político y el liderazgo del partido. La secretaria general saliente, Marta Rovira, realizó por primera vez una autocrítica severa por el caso de los carteles de Maragall y la estructura comunicativa B del partido y se comprometió a llegar hasta el final para depurar responsabilidades. Rovira habló de "quiebras morales y éticas", una forma de reconocer que el partido tocó fondo con las contracampañas dirigidas a influir en la opinión pública pero también a denigrar a adversarios.

Rovira se ha comprometido ante los consejeros nacionales a ampliar la investigación más allá de los carteles contra Ernest Maragall ya incluir la estructura B de comunicación. Ésta es una muy buena noticia, al igual que el hecho de que todas las candidaturas que se presentan en el congreso se han comprometido a abandonar estas prácticas ya hacer una comunicación en sintonía con los valores republicanos del partido.

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Éste es, sin embargo, sólo uno de los aspectos del proceso congresual. La militancia tendrá que decidir sobre cuatro candidaturas, pero parece que solo existen dos con posibilidades reales de victoria. La que encabezan Xavier Godàs y Alba Camps, Nueva Izquierda Nacional, y que integra cuadros próximos a la dirección actual ya Rovira, y la que representa a Oriol Junqueras, que pide volver a liderar el partido sobre bases nuevas después de haberse alejado de la actual secretaria general. Junqueras ha hecho este sábado una auténtica demostración de fuerza llenando el Teatro de la Pasión de Olesa de Montserrat, lo que evidencia que tiene importantes apoyos entre la militancia.

En todo caso, los retos que afronta ERC en este proceso son ingentes. Lo principal es que la lucha por el liderazgo no fracture al partido, como había ocurrido históricamente con las múltiples escisiones que ha habido. De entrada no parece un escenario probable, porque las dos principales candidaturas carecen de discrepancias insalvables desde el punto de vista programático, aunque sí desde el punto de vista organizativo. Nueva Izquierda Nacional presenta un liderazgo compartido con hasta cuatro nombres y promete una organización más horizontal y democrática. Godàs y Camps son, además, desconocidos para el gran público. En cambio, Junqueras, que sí tiene un índice de conocimiento muy elevado, se presenta como alguien muy cercano a la militancia y huye de la etiqueta de líder mesiánico.

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Sea como fuere, sería bueno que la campaña interna sirviera para poner negro sobre blanco un diagnóstico compartido de dónde está el país y cuáles son los caminos transitables para ir ganando soberanía y mejorar la vida de la gente. Hablando claro y superando los marcos de 2017 y la represión posterior. Porque a pesar de la crisis interna del partido, ERC continúa y seguirá siendo una pieza clave del tablero político catalán y español, como demuestra el hecho de que ambos presupuestos dependen de sus votos. Que el congreso salga bien no solo le interesa a ERC, sino al país.