Medio ambiente

Entre la tragedia y el orgullo: cinco años de la riada del Francolí

Los aguaceros dispararon el caudal del río e hicieron estragos en diferentes pueblos, pero de los escombros surgió una gran ola de solidaridad

Espluga de Francolí / Barcelona“Recuerdo que estaba cortando látigo para hacer pan con tomate para cenar y oí un golpe. Fui a mirar qué era y vi que un tronco había agujereado la puerta del vecino”, explica Txell Amigó. Y con la expresión de quien todavía no lo ha digerido añade: “Todo era como un lago”. Los vecinos de l'Espluga de Francolí sabían perfectamente que el río, que suele dar pena de la poca agua que lleva, de vez en cuando se transforma y su caudal se multiplica de una forma tan inesperada como violenta. “El agua entraba por la puerta y mientras intentaba sacarla vi cómo un coche se había quedado bloqueado ahí arriba, en la carretera. El agua le hizo caer al río. Aún estuvo un rato quieto porque un árbol le frenó. Pero la corriente se lo acabó llevando”, recuerda Eva Bosch, una carpintería del pueblo que, como Txell, vive frente al Francolí pero unos metros más abajo. Nunca olvidará ese día. Uno de los ocupantes del vehículo apareció muerto dos días después en el puerto de Tarragona y al cabo de un mes encontraron al otro hombre, también muerto, en la orilla del Francolí. La riada del 22 de octubre del 2019, hace cinco años, dejó aún otros dos muertos y dos desaparecidos, entre ellos un camionero belga que había llegado tarde a la Bodega Cooperativa de l'Espluga y, como ya estaba cerrado, no pudo descargar y decidió pasar la noche en el camión. Ni siquiera el trailer cargado pudo resistir la fuerza del agua, que se lo llevaron quien sabe dónde.

Ese día llovió mucho y en todas partes, y todos los torrentes que bajan de la montaña de Prades y los que vienen del Valle de Vinaixa dispararon el caudal del río Francolí que, en muy pocos minutos, pasó de estar prácticamente seco a sobrepasar los 1.000 m³ por segundo. El informe del departamento de ingeniería civil y ambiental de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) encargado por la Agencia Catalana del Agua (ACA) concluyó que en Espluga de Francolí el río llegó a registrar 1.200 m³ /s, cuando normalmente hay un máximo de 1 m³/s, y arrasó 160 hectáreas de cultivos y terrenos forestales. El informe también subraya que los efectos fueron especialmente graves por el arranque de vegetación que se derivó por la fuerza del agua. Según este informe, este caudal sólido arrastró a 43.000 árboles y provocó un ensanchamiento del cauce del río inédito en siglos.

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Todo un edificio desaparecido

Uno de los puntos más críticos fue el puente de la Font Baixa de l'Espluga, donde vive la familia de la Txell. Allí es donde el agua se llevaron el trailer y también un edificio entero de 600 metros cuadrados donde estaba la bodega Rendé Masdéu y un restaurante en el piso de encima. El edificio estaba en zona inundable, pero a lo largo de sus 200 años había resistido todas las embestidas del río. De hecho, había aguantado más que el mismo puente, que ya sufrió con la riada de 1874, y tuvo que volver a construirse. Pero el 22 de octubre de 2019 fue demasiado. “Perdimos todo”, recordaba esta semana Mariona Rendé, propietaria de la bodega que había levantado su abuelo. Pero la familia apenas tuvo tiempo de llorar la tragedia. Al día siguiente, la gente del pueblo y voluntarios venidos del País Valenciano, Aragón, Barcelona y otros muchos lugares se movilizaron para intentar salvar el máximo de las cerca de 60.000 botellas de crianza que había en la bodega. Muchos catalanes todavía recuerdan la imagen de la gente del pueblo haciendo una cadena humana para intentar rescatar las botellas llenas de barro.

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Con el dinero del seguro –“¡que nadie piense que ganamos!”, puntualiza Mariona–, los ahorros y un crédito que todavía están pagando, la familia Rendé Masdéu compró otro espacio a las afueras del pueblo y decidieron volver a empezar. Por suerte, la alegría de la corona, que son los viñedos, quedaron intactos. "Después de la ayuda que habíamos recibido de tanta gente, no nos ni planteamos dejarlo estar", recuerda. Este sentimiento es compartido por otras personas que también lo perdieron todo, pero que a partir del día siguiente quedaron superadas por una impresionante ola de solidaridad.

La Riada Solidaria

"La gran aportación no fue el dinero, aunque recaudamos muchos, sino el apoyo moral", recuerda el periodista espluguí Òscar Palau, uno de los vecinos que crearon la Riada Solidaria. La organización de los vecinos para reponerse del golpe fue inmediata y extremadamente eficiente. "Todos nos conocemos y muchos habíamos estado en entidades y otros movimientos. Sabíamos con quién podíamos contar. Unos ponían los brazos para sacar escombros, otros el tiempo y otros el cerebro", explica Ferran Civit, político, vecino del pueblo y también uno de los impulsores de la Riada Solidaria. Pidieron consejo a Rebrotem, el movimiento de ayuda a los damnificados por los incendios en la Ribera d'Ebre, y se pusieron a trabajar. Tenían claro que debían actuar deprisa, mientras el foco de los medios de comunicación todavía enfocara ese rincón de país tan a menudo olvidado. Y lo consiguieron.

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Un mes después de la tragedia, l'Espluga celebraba la Riumuntada, un festival solidario de tres días para recaudar fondos en los que participaron artistas como Buhos, Joan Rovira o Roba Estesa, entre otros. "Fue como organizar una fiesta mayor en sólo un mes", recuerda ahora Palau. Con los troncos recogidos del río hicieron tions para vender, y también abrieron una cuenta corriente para recibir donaciones, hicieron merchandising, y llegaron a recaudar 150.000 euros. El paraguas legal para gestionar toda esa cantidad de dinero fue una fundación de un vecino del pueblo y una comisión fijó los criterios para que quedara claro en cuanto tocaba a cada afectado. "El seguro me dio 50 euros para arreglar el tejado. Suerte lo tuve de la Riada Solidaria", dice satisfecha Eva Bosch, que sufrió muchos destrozos en casa. Sin embargo, el recuerdo aún la atormenta. "Es cierto que nos unió mucho a la gente del pueblo, pero algunos preferimos no recordarlo", dice. Cuando oye llover, Eva teme la fuerza del río.

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Limpiar bosques y ríos

El informe de la UPC también recomendó al Govern una serie de medidas para evitar que vuelva a repetir un fenómeno tan desastroso como el del 2020, como la colocación de estructuras en el cauce del río –bases de hormigón con forma de pinta para retener la vegetación–, tal y como se hace en ríos torrenciales de alta montaña. También se pedía la retirada de vegetación que pueda obstaculizar el paso del agua por su excesiva densidad, la erradicación de vegetación invasora y la replantación de especies autóctonas, la poda de ramaje y la redistribución de los sedimentos que pudieran reducir la capacidad de desagüe de la cama fluvial. La falta de limpieza del río y de los bosques es, de hecho, uno de los grandes reproches que muchos de los afectados hacen a la ACA.

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La declaración de emergencia el 6 de noviembre de 2019 –quince días después de los aguaceros– preveía cerca de 50 actuaciones y destinaba una partida de 4,5 millones de euros para realizar actuaciones de desbroce, mantenimiento y conservación en cinco comarcas tarraconenses. La primera gran acción tuvo lugar cuatro meses después, en febrero del 2020, que consistió en retirar los árboles caídos, los tapones de vegetación y otros residuos de los cauces del río Francolí. Según la última actualización gubernamental, la inversión realizada hasta ahora ha sido de 3,4 millones de euros.