Dé una oportunidad a las bebidas a granel. Hay bodegas donde puede comprar vino, vermut o cerveza con su propia botella de casa, reutilizándola una y otra vez.
El Vino de Barro de Mariona Masdeu; el vino de la riada
Esta botella tiene una historia de solidaridad y está elaborado con una variedad que quizás no conocen: el garrut
- Variedad: Garrut y syrah
- DO Conca de Barberà
- Añada 2021
- Productor: Rendé Masdeu
- Para tomar sol escuchando a Here comes the sun , de los Beatles, y leyendo Mi familia y otros animales , de Gerald Durrell, comprado en la librería Laie, de Barcelona.
Era la noche del 22 de octubre del 2019. El río Francolí, ese río de nombre nada feroz, hizo una crecida terrorífica. Se habló de ello en la tele, en la radio, sale en Wikipedia. El caudal superó los 1.200 metros cúbicos por segundo, cuando el día antes, los días antes, siempre no pasaba del metro cúbico por segundo. Decían que si fue un levante, que las cañas hacían tapón, que algunas partes del cauce quedaron en roca viva. Aquella noche el Celler Rendé Masdeu –que era un nombre que todo el mundo, quien más quien menos, había oído nombrar– desapareció tragado por el agua. De repente, aquella bodega querida de la Conca de Barberà ya no existía. La gente del vino es solidaria y en los días siguientes lo demostró. Siempre lo ha demostrado, como cuando el huracán Gloria se llevó el tejado de otra bodega querida: Vall Llach, en el Priorat. Les ofrecieron de todo. Uva para vinificar, lo necesario para volver a empezar, para salir adelante de momento.
De los restos de aquel desastre quedaron sólo, salvadas de milagro, las botellas de los vinos de crianza. Estaban cubiertas de barro de arriba abajo, y como no llevaban etiqueta, ni se hubiera visto, era imposible saber qué había ahí dentro. Las pusieron a la venta de esa manera –yo tengo una– y todo el mundo que quiso ayudar comprando se llevó una pequeña joya a casa. Una parte de la historia del vino. Si un día lo abro, ¿sabré qué hay dentro? No, no le abro. La tengo de pie, en la mesa donde escribo, como una escultura que me recuerda la fortaleza y la fragilidad.
El espíritu de la cumbre
No puedo dejar de decir que Josep Pitu Roca, el camarero de vinos de El Celler de Can Roca, la que todo el mundo del vino considera la máxima autoridad (pero también la máxima humildad) del mundo del vino, llamó a la familia y les dijo que les compraba todas las botellas que tuvieran. Esto se debe a que los tres hermanos Roca, Josep, Pitu y Jordi, ese año, eran los embajadores del Programa de Desarrollo de la ONU, y hacían el menú y el maridaje de la Cumbre del Clima. ¿Se acuerdan? Greta Thunberg fue en barca de vela. Aquellas botellas embarradas, llenas de dolor, de misterio, de cultura y de lección estuvieron en la mesa y en la copa de los ministros, de los jefes de estado y del secretario de las Naciones Unidas. Aquello fue, justamente, espíritu de vino, esa expresión tan bonita, porque ese vino era el espíritu de la cumbre.
Y desde ese día, en el Celler Rendé Masdeu hacen el Vino de Barro, que es el que hoy tienen en la copa. Con una variedad principal que quizás no conocen, el garrut, que se combina con una que seguro que conocen, la syrah.
He utilizado –que “gastado”– mucho blanco para contar esta historia, y eso me deja menos blanco para hablar del vino. Cogen a mano, fermentan en la clásica tina de roble francés y hacen la crianza en esta tina durante siete meses. En nariz, si la huelen, pueden imaginar qué les diré que van a encontrar, pero les puedo jurar que no les engaño. Hay barro, barro que hay, a veces, en algunos vinos de la Borgoña que me encantan. Poco a poco –deben ser pacientes– se irá abriendo. Es tímido como un perro de perrera, que ha sufrido pero que cuando tenga confianza, te dará todo. Encontrarán ese aroma de humus (el humus del sotobosque, quiero decir). Ese olor a ir a buscar setas, de trufa o de champiñón, y, poco a poco, suavemente, saldrán las frutas rojas. Salivo mientras escribo. Y ahora yo me lo tomaría con un picante a la brasa, con un solomillo con hierbas, con ternera con setas.
La nueva bodega de Rendé Masdeu está muy cerca de lo que ya no está. Vale la pena la visita, sobre todo si está Mariona Rendé. Ella es suave y dura, ella es energética y elegante, ella es la simpatía máxima y la concentración total. Me gusta mucho oírla hablar, porque ella es exactamente su vino. Es el tipo de sumiller que me gusta: muy feliz de serlo. Tomen el Vino de Barro. Es historia.
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