Tecnología

Vivir sin móvil (al menos durante unas horas)

Disponer de espacios para aparcar el móvil es beneficioso para la salud emocional de los adolescentes, y por eso hay escuelas que ya lo están favoreciendo

BarcelonaHora de iniciar las clases en la Escola Zurich de Barcelona. Los alumnos de 4º de ESO –14-15 años– dejan los móviles en una caja. No los recuperarán hasta que finalicen la jornada, a las 16.30 h de la tarde. Tampoco se llevarán el móvil cuando hagan excursiones, una medida que el centro introdujo hace seis años con el objetivo de promover las relaciones sociales entre los adolescentes y relacionar el uso de los dispositivos electrónicos únicamente a las tareas de aula: “En la escuela fomentamos el aprendizaje de las nuevas tecnologías, pero vinculadas al trabajo”, detalla Carlos Rossich, coordinador pedagógico de educación secundaria del centro. Esto significa que los alumnos disponen de tablets digitales desde primaria, que solo utilizan en el marco lectivo. En cualquier actividad de ocio, durante el patio o durante el comedor, niños y adolescentes no tienen acceso a las pantallas.

Para conseguir esta progresiva desconexión digital fuera de las clases ha hecho falta tiempo, perseverancia y dotar a los alumnos y las familias de mucha información. Rossich recuerda que al inicio había adolescentes que “no querían dejar el móvil en la caja" o que "llevaban dos aparatos”. También reclamaban utilizar el dispositivo un rato al día durante las excursiones. “Ahora no les supone ningún estrés, al contrario, llevan cámaras de fotos y vuelven a jugar a los juegos de siempre. Si tuvieran el móvil en el bolsillo, esto no lo harían”, destaca.

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El beneficio de desconectar del móvil

En España, el 21,3% de los adolescentes son adictos a internet, un porcentaje que casi doble la media europea, que se sitúa en un 12,7%. Son datos del instituto psicopedagógico Desconect@, que atiende a jóvenes con adicción a las nuevas tecnologías y a los videojuegos, entre otros. Marc Masip, psicólogo y director del centro, es el responsable de impartir las conferencias en los centros educativos que solicitan el programa Desconect@ contra el abuso en las nuevas tecnologías, entre los cuales está la Escola Zurich: “Nuestra relación con Desconnect@ empieza derivada de una preocupación: «¿Estamos haciendo bien la gestión de los iPads y los móviles en el centro? ¿Cómo podemos ayudar a las familias?» Estas charlas ayudan a hacer que los alumnos entiendan el porqué de las medidas que llevamos a cabo y que no las vivan como una imposición”, explica Carlos Rossich.

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Según Marc Masip, los jóvenes no tendrían que tener un móvil inteligente “antes de los 16 años”. Y apunta dos motivos principales: por un lado, porque “no tienen el cerebro lo suficientemente desarrollado; y, por el otro, porque no lo necesitan para nada, ni para tener amigos, ni para estar con la familia, ni para hacer deporte... Se ha creado esta falsa necesidad y se les está dando un móvil mucho antes de lo que sería necesario, y de aquí todos los problemas que hay”, argumenta.

A pesar de la alerta del psicólogo, el 94,8% de los adolescentes en España tienen un teléfono móvil con conexión a internet, un aparato que adquieren con poco menos de 11 años (10,96) de media, según datos del informe Impacto de la tecnología en la adolescencia publicado por Unicef a finales de 2021. El estudio también revela que un 92,2% de los estudiantes de 1º y 2º de ESO tienen un móvil inteligente, un porcentaje que se incrementa hasta el 97,5% en 3º y 4º de ESO.

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Teniendo en cuenta estos datos, ¿por qué es importante y cómo podemos fomentar que los jóvenes vivan sin el móvil, aunque solo sea unas horas al día? Laia, Óscar, Max y Emma cursan 4º de ESO en la Escola Zurich y explican que en el centro no lo echan de menos: “Estamos distraídos y no lo necesitamos, pero si lo tuviéramos seguro que en el patio o en el comedor lo miraríamos”. Los cuatro son conscientes de que hay que poner ciertos límites al uso del aparato. "Si no, te quita tiempo o dejas de comunicarte más en persona”, dice Laia. "A veces dejas de estudiar para mirarlo, y ha pasado una hora y te pones nervioso si al día siguiente tienes un examen”, reconoce Max.

En todo caso, los beneficios de dejar durante unas horas el mundo virtual para dedicar la atención plena al presencial pasan, en primer lugar, por los mecanismos sensoriales que se activan en nuestro cerebro, que son muy diferentes en cada caso. Según el neurocientífico David Bueno, “en la presencialidad tenemos todos los sentidos activados, mientras que en la virtualidad solo activamos la vista, y esto excluye mucha información a nuestro cerebro”, apunta. Por otro lado, estamos hablando de aparatos que son “adictivos” y que “generan un gran poder de atracción”, hecho que el cerebro valora como una “recompensa, a pesar de que sea efímera”. Para Bueno, recuperar la vida sin móvil significa “recuperar relaciones presenciales más intensas y largas en el tiempo, pero que requieren más esfuerzo”. A la vez, “los mecanismos de recompensa ante estas relaciones también perduran más”, apunta.

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De vacaciones sin móvil

Otra iniciativa que promueve abandonar el móvil durante unos días son las excursiones detox digital que organiza Fundesplai. En este caso no solo invitan a que los hijos se liberen del móvil, sino que madres y padres también aprendan a vivir sin él: “A las primeras excursiones detox que hicimos después de la pandemia venían muchas familias saturadas por la hiperconnexión que les había supuesto el teletrabajo. Nos trasladaban que necesitaban contacto con la naturaleza, hablar y dedicarse tiempo”, explica Andrés García, miembro del departamento de actividades de Fundesplai. “Diría que las vacaciones no cambiaron los hábitos de los adultos, pero sí que muchos se dieron cuenta del grado de dependencia al smartphone que tenían”, añade.

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¿Veremos un retroceso en la hiperconnexión digital que vivimos? Según Marc Masip, sí: “Daremos un paso atrás en todo lo tecnológico para avanzar tres en la vertiente humana y recuperar la esencia que estamos echando de menos [...]. Nos daremos cuenta de que no es tan bueno y de que hay que poner límites, y las leyes nos ayudarán”, concluye.

¿Necesitáis el móvil?

A pesar de que es un porcentaje ínfimo, hay adolescentes que llegan a 1º de ESO sin móvil. Es el caso de las hijas gemelas de Mireia Rosell, que el curso pasado eran las únicas de la clase que no tenían móvil y tampoco expresaban necesidad de tenerlo. “Han vivido cómo sus compañeros empezaban a tener móvil y cómo los ha afectado a nivel de relaciones. Nos explicaban que cuando las amigas venían a casa no les hacían mucho caso porque estaban pendientes del aparato”, explica Mireia. En ningún caso la familia ha planteado la prohibición del smartphone y expresa plena confianza en las hijas; el planteamiento recae en si “realmente lo necesitan” y en el hecho de que antes de tenerlo hay que “favorecer las relaciones presenciales”, dice Mireia. Este año las gemelas tienen el móvil viejo de la abuela, con el que solo pueden hacer llamadas.