300.000 niños sin verano

Cada año por estas fechas muchos niños preguntan sobre el verano: "¿Podré ir al casal o de colonias con mis amigos?" A 4 de cada 10 hogares, que hacen malabarismos para llegar a fin de mes, les dicen que no podrá ser. Más de 300.000 niños, niñas y adolescentes catalanes se lo tragan en silencio y el verano se les hace largo sin actividad de casales, campus, colonias o campamentos, entre el calor del piso, pantallas encendidas y muchas horas, demasiado, solos, sin casi nada que hacer, con un ocio sedentario.

Durante las 12 semanas de vacaciones escolares esta realidad ensancha las desigualdades y agrava la pérdida de aprendizajes, los bienestares y los vínculos comunitarios. No olvidemos que un tercio de la infancia en Cataluña vive en situación de pobreza o exclusión y que para muchos de ellos, cuando cierran las aulas, también cierran las oportunidades educativas.

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Hace tiempo que denunciamos esta realidad y proponemos una respuesta clara: hacer del ocio en verano un derecho y no un lujo. En primer lugar, pensando en la infancia y en sus familias, pero también para una sociedad más justa y cohesionada. El ocio educativo no es sólo diversión; es aprendizaje, socialización, salud física y emocional… En palabras de la presidenta de la Sociedad Catalana de Pediatría, "no sólo debemos recetar paracetamol o ibuprofeno, también debemos recetar actividades de ocio y tiempo de juego para su desarrollo saludable".

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Un montón de entidades diversas (sociales, madrigueras y esplais, AFA, consejos y clubes deportivos, pequeñas y medianas empresas, etc.) ofrecen todo tipo de actividades con valor educativo organizadas por jóvenes voluntarios o por profesionales durante el verano. Muchos municipios hacen esfuerzos por poner al alcance esta oferta o complementarla con la propia del ayuntamiento en sus barrios, pero no es suficiente. No nos conformamos con que este ocio en verano no llegue a todo el mundo. Así lo recoge la llamada transversal de la sociedad civil expresada en el manifiesto compartido por una cincuentena de federaciones, entidades y colegios profesionales de ámbitos plurales, desde la salud, la cultura, el deporte, el educativo y el social: en verano nos jugamos mucho y, por eso, reclamamos tres grandes medidas.

La primera: empezar a universalizar el ocio en verano, como mínimo, con dos semanas de actividades para niños y adolescentes en situación de pobreza, para hacer realidad la reciente estrategia de lucha contra la pobreza infantil. Esto significa becas, comidas y soportes a la inclusión para garantizar el acceso a estas oportunidades de descubrimiento y aventura con otros chicos y chicas, que también son claves para convivir en catalán.

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La segunda: abrir durante todo el verano equipamientos públicos para contar con más lugares de encuentro y de refugio climático, con oportunidades para convivir en el espacio público y promover el acceso a la naturaleza y entornos saludables, con suficiente verde y sombra al aire libre. Y, finalmente, fortalecer a las entidades de ocio en su sentido más amplio (desde las deportivas, culturales y socioeducativas hasta las asociativas de base comunitaria), que son las que hacen posible esta oferta de calidad en todo el territorio.

El verano no puede ser un lujo para la infancia o un derecho de segunda que dependa del código postal o la familia que te ha tocado. Debemos convertirlo en un tiempo donde todo el mundo tenga oportunidades de convivir y crecer. Porque todos y cada uno de los niños, niñas y adolescentes merece poder decir con alegría, el último día de escuela, "¡buen verano!". Y, a la vuelta, tener ganas de explicar que también ha ido de colonias, que tiene nuevas amistades, que ha jugado mucho ya nuevos juegos, que ha leído, nadado, compartido... y que también ha vivido un buen verano.