Una agresividad irracional
Una persona mayor no se envuelve con una bandera y se pone a berrear espontáneamente con los ojos fuera de las órbitas como si fuera víctima de una agresión o de un ataque de nervios si no percibe una amenaza a su orden cognitivo más profundo. Y lo mismo ocurre con los que van a la calle Ferraz a rezar el rosario o gritar “¡Guardia Civil, recorda tu fusil!” O con los tres agentes suspendidos por el ministerio del Interior porque se han mostrado dispuestos a “dermar sangre” por España.
Si el equipaje atávico y cultural de los españoles que estos días se están manifestando en la calle o en declaraciones políticas se pudiera analizar como una muestra de orina, encontraríamos restos de la Contrarreforma, de “son los catalanes el ladrón de tres manos”, del duelo a palos de las pinturas negras de Goya, de “antes honra sin barcos que barcos sin honra”, del "Trágala”, del “¡que inventen ellos!”, de “habla en la lengua del Imperio”, del “gos catalán”, de las torturas en Via Laietana, de cuarenta años de franquismo y de “si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos”.
Una ley de amnistía que no les perjudica por nada en su vida de cada día les ha hecho saltar de la silla con una agresividad irracional y desproporcionada. exiliados. La amnistía dice que pretende "fomentar la estabilidad económica y el progreso cultural y social tanto de Cataluña como del conjunto de España". Será por eso, porque pretende el progreso, que se oponen a ello como energúmenos.