Mirad si tienen que estar hartos que el primer motivo de queja de los agricultores es que el sistema los haya convertido en “funcionarios encubiertos de la administración pública, obligándonos a realizar sus tareas”. Pues no están solos.
Se lo podéis preguntar a quien queráis. A los autónomos cuando tienen que hacer una factura, a una pyme cuando tiene que pedir una subvención, a un particular cuando tiene que pedir una ayuda, a un albañil cuando tiene que pedir un permiso de obras, a un inmigrante que tiene que pedir un papel, y así hasta el infinito, todo el mundo tiene que dejar su trabajo para hacer de funcionario luchando contra aplicaciones no muy intuitivas, contra enlaces que redirigen de nuevo a la página principal, preocupados por la pérdida del trabajo hecho, teniendo que entrar cada vez datos nuestros que la administración ya tiene en su base de datos y con la obligación de vérselas con una máquina que solo sabe decir “es obligatorio llenar todos los campos”. Esto es lo que quisieran los agricultores, ganarse la vida llenando todos los campos.
Es esto lo que explican los agricultores: papeleo. Digital, pero papeleo. ¿Por qué? Porque la administración quiere la vida resumida en excels fáciles de evaluar, que permitan tener una ficción de datos reales a partir de los cuales justificar las políticas. Es igual que las compañías aéreas cuando tienes que facturar un vuelo: quieren que su trabajo lo hagas tú. La tecnología no se pone al servicio del administrado sino de la administración.
Alguien puede excusarlo diciendo que la culpa es de Bruselas y que no hay más remedio que hacerlo así por normativa europea. Le podemos explicar el caso de un president de la Generalitat que se propuso poner un límite a la burocracia y se fue diciendo: “No lo he conseguido”.
