Alianza Quiquiriquico Catalana
Se acerca la Misa del Gallo. Hemos hablado con él. ¿Qué pasará este año niño? Dice que no sabe, que a él le toca cantar igual. Siglos así. Anunciando el nacimiento de Jesús, los pastelitos de crema liofilizada o el invento de la rueda octogonal. Cada año hago la Misa del Gallo. ¡Quiquiriquico!
A las 0.00 hora zulú desembarcan en mi casa a personas que atomizo. No tienen por qué conocerse entre sí. Yo actúo de pararrayos. Hacemos la misa acompañados, calentados, de botellas de cava. Una religión líquida y de palabras sagradas. Charlamos hasta la madrugada. De todo y nada. Y celebramos el nacimiento de la vida. La Misa del Gallo del 2023 sucedió algo. ¡Cocorococo! Calla y bebe.
Siempre somos entre 10 y 15. Tipos apóstoles. Aquel año prácticamente todo el mundo expresó que veía-bien-tenía-intención-o-votaría Aliança Catalana. Fue asombrosa la unanimidad y la humanidad. Más mamá y más gallo. El del 2024 fue distinto. No sólo todo el mundo dijo que votaría a Aliança Catalana sino que tenía el argumentario en la boca y en la copa. Veremos que pasa este 2025. ¡Quequeroqueco!
Apóstoles repetitivos, heterogéneos, numerosos, como estos, de toda Cataluña, no votarán a AC por la inmigración, la depresión del Proceso o una nueva independencia. Los votarán porque están abandonados desde hace años y cerraduras. El fenómeno AC explica más el fracaso de la Cataluña ciudad y el éxito de la Barcelona territorio. Poco pico y pala y sudor tiene muchos. Poco viajar por Cataluña. Hace años que se incuba un resentimiento brutal. He visto legión de gente que conozco desde la placenta decirle hacer cosas increíbles. Alucinantes. Hay una parte de Cataluña que se ha abandonado y ahora abandona a la otra parte. Se ha perdido el respeto. Más de lo que parece. No es extrema derecha: es extrema falta de amor. Hace años que se oyen cosas que nadie quiere oír. Hace años que pasan cosas que no quieren verse, que no se creen. Hay dolor, que viene de luto. Hay muerte y poca vida.
Cataluña no es (re)conoce como decimos desde hace muchos años. Ahora alcanza el nivel de analfabetismo total. Cada vez más cerrada. Sociedad Amish. Fuerte Apache. Onanista. Autosuficiente. Todo el mundo vivirá en la madriguera, bunker, aldea, caja fuerte. Repetiremos hasta morir: hay muchas hormigas (personas) en los 360 grados del país, pero no hay hormiguero (instituciones, proyecto…). Y las hormigas, desorientadas, desatendidas, indiferentes, tanto semenfotistas, no saben dónde llevar la comida ni por qué llevarla. No hay alioli de país. Hoy es real y metáfora Aliança Catalana, y mañana el Partido de Raticulín de Arriba. Pero nunca hay que confundir el humo con el asado. Ni el humo: que puede ser indicio de fuego o estercolero.
Vivimos en un país que está muriendo. La lengua, los valores, el bolsillo, la verdad, la racionalidad, la realidad, la esperanza, la ilusión, el sueño… Y se dice que no. No es así. A parir panteras. Que ahora el agua, el fuego, el nitrógeno, la mierda llega a la puerta de su casa. El gallo significa algo.
Muchos nos sentimos como en 1936-1939 de lo que somos herederos: atrapados por el rojo y el negro. Atrapados como jamón salado entre rebanadas. Mientras vamos expirando con bufidos de tuberculoso inoculados por el aire pagado y propagandístico. Mientras nos dirán que no estamos muriendo, que estamos despegando con un cohete ascensor sideral, y otros querrán empalarnos por decreto ley democrático. Y deberemos pelar el gallo para poder comer, para poder sobrevivir. Encontámonos todos, de nuevo, cara a cara, en la misa, con o sin bestia.