El arzobispo y la canción del violador

Vita es un pueblecito de la provincia de Ávila, en la comunidad autónoma de Castilla y León. Los votos de sus 79 habitantes se reparten mucho mayoritariamente entre PP y Vox, con algunos votos minoritarios, o residuales, para el PSOE o para el partido local Por Ávila. El alcalde de Vita, Antonio Martín Hernández, ha saltado bruscamente a la fama en el ruedo ibérico porque hace unos días, durante las fiestas del pueblo, cantó una cancioncilla repugnante que describe en tono de burla el secuestro y violación de una menor por parte de un hombre adulto, imitando una salmodia religiosa.

Tal vez ese tono de cura depravado tenga que ver con que al alcalde de Vita le haya salido un aliado quizá inesperado, pero nada sorprendente: el presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello. El cargo de presidente de los obispos españoles es de aquellos que marcan tendencia, de tal modo que los varones que le ocupan suelen mostrarse proclives a intervenir en asuntos que son bien de este mundo, ya hacerlo casi siempre defendiendo las posiciones de la ultraderecha más patriotera y casposa. Argüello no es excepción a esta norma, y ​​ha querido mostrarse comprensivo con Martín Hernández. Para el arzobispo, los cantos pederastas del alcalde "deben ponerse en el contexto de una fiesta popular, a altas horas de la madrugada y habiendo bebido". Es bueno saberlo.

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Si estar de fiesta y con unas copas de más sirve para acusar la apología de la violación de menores (de hecho, y de manera aún más aberrante, la alcoholemia de alta graduación sirve de atenuante en los juicios para delitos sexuales), sin duda monseñor Argüello se mostrará igualmente comprensivo con quien, en las mismas condiciones, bebido ya las tantas, haga un llamamiento a la quema de iglesias, para decir una ocurrencia con lo más sano animus iocandi.

La realidad es que, de los muchos motivos de alarma que se desprenden del seno de la Iglesia, sin duda lo más grave son los casos de víctimas de pederastia a manos de religiosos, que un informe del Defensor del Pueblo cifró el año pasado en 440.000 personas en España. La Conferencia Episcopal Española ha rechazado repetidamente este cálculo, publicando cifras mucho menores para contestarlo, pero es evidente que el problema no ha sido nunca la cantidad de víctimas, sino el hecho de que estas formas de depredación sexual se hayan producido y encubierto en el seno de la Iglesia. Deberían recordar el Evangelio: “Ay de quien escandalice a un niño, porque más le valdrá no haber nacido”.

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Por su parte, el alcalde de Vita y sus partidarios se escudan en que, según ellos, la asquerosa cancioncilla es “una canción popular”. Algunos deberían entender que haber hecho una misma cosa a lo largo de sus absurdas vidas no la convierte en "popular". Finalmente, cabe subrayar que el bipartidismo PP-Vox es una realidad bastante extendida en las Españas, mucho más allá de los 79 habitantes de Vita.