Ayuso y la derecha salvaje
Ayuso marca el tono y Feijóo lo encuentra "lógico y normal". La derecha española acelera hacia la normalización de la extrema derecha, que empieza ya a ser el signo de los nuevos tiempos de las derechas europeas. Hasta ahora la mayoría de los gobernantes liberal-conservadores guardaban las formas. Macron, atrapado por la derrota electoral, las ha abandonado rápido: si tuviera que escoger entre Reagrupamiento Nacional y Francia Insumisa votaría a Le Pen, ha dicho recientemente. El PP lleva tiempo parpadeando. De hecho, va por delante de las derechas europeas en el giro reaccionario, asumiendo a Vox como socio cuando necesita sus votos. Y no se puede negar el éxito: casi nadie habla de ello, todo el mundo lo da por sentado y asumido. Prueba de que el riesgo es real.
Tan poca resistencia ha llevado a Ayuso a dar un paso más. Y a reafirmarse en la primera línea de la deriva reaccionaria del espacio conservador justo la semana que las alianzas de la derecha han ofrecido en Mallorca el miserable espectáculo del presidente del Parlament Balear, Gabriel Le Senne, que rompió una fotografía de Aurora Picornell y las Rojas del Molinar, asesinadas por los fascistas la noche de Reyes de 1937. Ayuso ha decidido otorgar la medalla internacional de la Comunidad de Madrid a Javier Milei y condecorar como icono de la derecha mundial a un personaje que rechaza estructuras elementales de convivencia como la educación y la sanidad pública y apuesta por la destrucción de los instrumentos básicos de reconocimiento del otro.
Ayuso pone al PP en incómoda evidencia, y Feijóo, incapaz de marcar distancias y hacer valer el respeto institucional, ante un presidente argentino que ha insultado grosamente al presidente español, se limita a echar balones fuera mientras el aparato del PP da el visto bueno a la presidenta madrileña. ¿Por qué? Porque nadie sabe cómo acabará todo esto. Y Díaz Ayuso va a por todas. La grosería de dar vuelo a un líder mundialmente reconocido por sus delirios contrarios a los derechos elementales de las personas en nombre del iliberalismo, que cree que todo le está permitido y no admite ninguna forma de control, es un paso más en un objetivo que ya no se puede disimular: llevar al PP al territorio ideológico de Vox y hacérselo suyo y, por tanto, conducir al partido al autoritarismo posdemocrático. ¿Cómo lo está haciendo? Construyendo la imagen de un liderazgo desvergonzado que se atreve a decir lo que no dicen los demás, como vía para hacerse suyo el poder del partido. Y Feijóo no deja de regalar espacio al populismo reaccionario de Ayuso. ¿Cuánto tardará el PP en caer en sus manos?