Ayuso y la negociación agónica
"Si triunfa la amnistía, pronto no habrá españoles". Esta frase forma parte de la réplica en ausencia que la presidenta Isabel Ayuso hizo al president Pere Aragonès, en el Senado. ¿Tan débil es el españolismo que depende de la represión? ¿Un simple gesto reconciliador –cuando ya se han pagado penas suficientes– pone en peligro la condición patriótica de los españoles? Todos sabemos que los nacionalismos necesitan la dramatización. Y cuando se lucha indisimuladamente por el liderazgo patriótico, como hace Isabel Ayuso, las palabras gruesas se escapan de la boca. Y todos sabemos también que el nacionalismo, como toda creencia, es un imperativo que está por encima de las personas y no puede dejar resquicios ni dar señales de debilidad. Una sola disidencia cuestiona el dogma. Por eso, todo patriotismo vive de la construcción de la figura del traidor. No existe discurso más peligroso que el que se eleva por encima de la realidad. Y ahí se sitúa Isabel Ayuso: criminalizando la amnistía como un gesto de lesa patria como argumento para legitimar cualquier represión, aunque sea acerca de ridiculizar la condición de los españoles.
¿De la dramatización de Ayuso debemos deducir que la amnistía ya ha llegado a puerto? Me parece que todavía nos quedan varios días de penitencia mordisqueando el hueso de la investidura. Una comedia innecesariamente alargada por el miedo a cada parte de disolver sus presuntos signos de identidad en el pacto. Cuando en realidad lo que están consiguiendo es el aburrimiento general, la sensación de que tratan a la ciudadanía de una manera infantil para hacer creer la dureza de una negociación en la que ya hace días que está escrito hasta dónde se puede llegar. Y de hecho el president Aragonès lo dejó perfectamente definido en su discurso desde la tribuna del Senado español poniendo a la amnistía en su justa medida y el pacto como vía de cualquier nuevo paso que quiera dar el independentismo. De hecho, son los requisitos que desde el primer momento se sabía que marcaban el perfil máximo del acuerdo posible. Ya están dichos. ¿Por qué seguir dando vueltas sobre ello?
Masticar un acuerdo más de la cuenta solo puede servir para acabar rompiéndolo. Y todos sabemos que no hay razón para pensar que la repetición electoral pueda beneficiar a alguna de las partes que están negociando, salvo aquellos que todavía viven en la fase infantil de querer creer que cuanto peor, mejor. Una forma de negar la realidad y acabar en la derrota segura.