La bandera que nos une
"Catalunya no es la historia que nos han contado, sino la historia que nosotros queremos escribir. No es el culto a los muertos, sino el culto a los hijos que están por venir". Siempre me ha impresionado la clarividencia sin artificio de Rafael Campalans. Una lucidez resplandeciente como la que radica en esta reflexión, muy pertinente a las puertas de nuestro día nacional y del inicio de la tradición conmemorativa de la izada de la senyera en el Parque de la Ciutadella la víspera del 11 de septiembre.
Hay que volver, una y otra vez, a la maestría de este socialista democrático, catalanista consecuente, pedagogo avanzado y director de la Escuela del Trabajo durante la Mancomunidad.
Campalans me ha hecho pensar en las banderas. Las banderas que evocan múltiples emociones, pertenencia, identidad, cultura. Banderas cargadas de significados, a menudo distintos según el momento de la historia de un país.
Hay banderas que unen y banderas que separan. Banderas que integran y banderas que dividen.
La bandera europea es un buen ejemplo de las primeras. La enseña azul con las doce estrellas doradas simboliza la unión y la cooperación entre los Estados miembros. Muy mejorables, por supuesto, pero unión y cooperación cada vez más estrechas, basadas en la democracia, el estado de derecho, las libertades y los derechos humanos.
La bandera azul es mucho más que un emblema institucional, es símbolo de la unidad europea y de la identidad compartida de millones de europeos que nos reconocemos unidos en nuestra diversidad.
Este símbolo luce con orgullo desde el año pasado, y por primera vez en la historia, en la fachada principal del Ayuntamiento de Barcelona, junto con las banderas de Barcelona, Cataluña y España.
La senyera, emblema representativo de todos los catalanes y catalanas, se convirtió en los años 70 en un símbolo de la libertad y la democracia anheladas y recuperadas, y también de la integración política de todos los "ciudadanos de Cataluña", a los que se dirigió el presidente Tarradellas al volver del exilio. catalanes y catalanas, con independencia de su origen, lengua o condición.
La bandera ha sido un elemento de unión, presente en todos los actos sociales, culturales y deportivos de todos los barrios y pueblos del país. Ha sido el símbolo de la Cataluña que se piensa y se siente entera y unida, con un objetivo fundamental: proyectarse desde la unidad hacia un futuro mejor. En aquellos primeros años de la estrenada democracia y recuperada autonomía política, por el Onze de Setembre y Sant Jordi los balcones se llenaban de banderas que celebraban la unidad, la libertad, la democracia y la autonomía. Es decir, la comunidad.
Y ahora ha llegado el momento en que todos los catalanes y catalanas nos reencontramos bajo la bandera, que es la bandera de todos, el auténtico símbolo nacional.
Las naciones, como las ciudades, necesitamos símbolos que nos representen y nos unan. Y ahora que Catalunya ha iniciado una nueva etapa política de normalización y reencuentro cívico, es necesario poner en valor la bandera como símbolo de unión.
Por esta razón, como alcalde de Barcelona, Cap i Casal, saludo y me sumo institucionalmente, y en representación de los municipios del país, a la iniciativa del presidente del Parlament de Catalunya de izar una gran bandera en el Parque de la Ciutadella. Una propuesta que me trasladó hace unos meses con la voluntad de reafirmar y simbolizar la capitalidad de Barcelona, y como acto de inicio de las conmemoraciones del Onze de Setembre, que contará con el gobierno de Catalunya y el muy honorable presidente de la Generalitat.
Esta iniciativa, que se convertirá en una nueva tradición unitaria de la Diada, debe servir para reforzar el carácter transversal y unitario de los símbolos de Cataluña. Por ello, el Ayuntamiento de Barcelona ha colaborado y seguirá colaborando en su realización.
La bandera debe ser el símbolo de todos. El símbolo de una Cataluña unida a su diversidad, unida por su voluntad de construir un país mejor.
Queremos que la bandera sea la bandera de un gran proyecto de futuro para Cataluña. Una bandera integradora en la que todos los catalanes y catalanas nos sentimos representados.
La bandera debe hacernos sentir orgullosos de la Cataluña de hoy: una Cataluña con un proyecto de país compartido.
Barcelona, enorgullecida como capital de Cataluña, quiere contribuir con determinación a la construcción de un país que supere las divisiones y mire el futuro con confianza y determinación. Un país que escribimos todos juntos, un país que, en palabras de Campalans, rinda culto a los hijos que están por venir.