En el bar sin mascarilla

Una información de Tv3 nos hace saber el tiempo orientativo que podemos tardar en contagiar o contagiarnos de covid, según cómo nos protejamos. Así, un ser infectado sin mascarilla transmite el virus a otro sin mascarilla en 15 minutos. Si uno de los dos lleva mascarilla de tela, en 20 minutos. Si los dos llevan mascarilla de tela, 27 minutos. Si los dos la llevan quirúrgica, una hora. La situación más segura es que los dos lleven la FFP2: tardarían 25 horas en contagiarse. En el estudio están las diferentes variaciones: el uno con FFP2 y el otro sin nada, etc.

De todo esto se desprende que si todos lleváramos una mascarilla FFP2 los contagios casi no existirían, a menos que estuviéramos con alguien veinticinco horas seguidas. Pero esto no lo hacemos ni con los de casa. Claro que los contagios casi no existirían pero entonces habría una plaga de afecciones de la piel: no hay quién aguante esas mascarillas, sobre todo si tienes una nariz prominente.

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Pero también se desprende que las otras mascarillas, sobre todo las de tela, no habría que llevarlas. Si cada cual se comprometiera a no estar más de quince minutos al día con otro, no contagiaría ni sería contagiado. Lo que nos está queriendo decir el virus, pues, es que seamos ariscos y eficaces. No hay que estar veinte minutos con alguien. Basta con quince. Ni en la tienda, ni en la puerta de la escuela, ni en la parada del autobús. Nos dice que sinteticemos. Que seamos eficaces. Que no demos vueltas a las cosas. Que vayamos al grano. El virus quiere que dejemos de ser tertulianos.

En el bar y en el restaurante, en cambio, nos podemos estar tanto rato como queramos, porque, como ya sabéis, el virus nota que estamos comiendo o bebiendo y se dice a sí mismo: “¡Por favor! ¡A estos no les pienso contagiar, que se están tomando una copa de vino y unas tapas! No les pienso dejar sin gusto y olfato, a estos. Si estuvieran en un museo, ¡sí! Pero en el bar, ¡no! Soy un virus, ¡no soy un monstruo!”