Hay una cierta –y en parte fundada– tendencia a creer que el crecimiento económico favorece a lo que manda. Desde Europa se ha enjabonado Sánchez poniendo a España en primera línea del crecimiento europeo, como un indicio de una estabilidad mayor de lo que la pelea política cotidiana parece indicar. Pero las buenas noticias económicas, como la creación de medio millón de puestos de trabajo en el 2024, no pueden ocultar, por ejemplo, que en un año. presuntamente bueno como éste todavía hay más de dos millones y medio de parados. Y menos olvidar los dos problemas más sensibles del momento presente: la brecha social, con síntomas de fractura creciente, y la principal manifestación de esta realidad: las dificultades para acceder a una vivienda. Son temas recurrentes en las encuestas y estudios de opinión.
en primer lugar – la inmigración. Pero aquí el efecto de inducción por parte de la derecha, que estimula las bajas pasiones xenófobas para sacarle rendimiento, desfigura las cosas. de los de aquí. Venen porque en sus países no salen adelante, pero también porque aquí nuestra economía les necesita para seguir creciendo. en el que habitar.
Todo ello hace que ahora mismo la cuestión de la vivienda debería ser una prioridad absoluta de cualquier gobierno No es asumible ni moral ni socialmente que haya tanta gente sin casa, de aquí o que vienen de fuera. La casa es el espacio propio de la privacidad de las personas, un lugar determinante en el paso por el mundo para poder ser responsable de la propia existencia, un marco de referencia en un mundo acelerado a menudo desconcertante. No tener vivienda lleva a la pérdida de reconocimiento, a la marginación Todos sabemos que la emancipación pasa por la casa. mismo material que determina –para bien y para mal– la experiencia de la condición humana: las relaciones de poder –no existen dos personas iguales–, la voluntad de dominación y de posesión. todos sabemos que desgraciadamente las peores atrocidades ocurren a menudo entre las paredes de los espacios privados (donde históricamente el machismo ha actuado con flagrante impunidad). Pero eso no impide que la casa digna sea un derecho fundamental que los estados deben garantizar. sin vivienda es condenarlos a la marginación. En el delirio del sistema económico actual, el acceso a la vivienda debería ser prioridad. absoluta. Y, sin embargo, en países presuntamente avanzados como los nuestros cada vez hay más gente viviendo en la calle o en plena marginalidad.