Catalán en Europa y antieuropeísmo

Un efecto que fácilmente puede tener el atasco, o la negativa por omisión, del reconocimiento del catalán como lengua oficial en Europa es el reforzamiento del antieuropeísmo en Cataluña, o en los Países Catalanes. Es un efecto indeseable que en caso de producirse habrá sido propiciado por las propias élites europeas y su actitud dubitativa, reticente, hostil y tecnocrática frente a la diversidad lingüística de la Unión Europea. La paralización del reconocimiento del catalán, el gallego y el euskera como lenguas de Europa es otra muestra de la falta de capacidad de la UE para dar una respuesta interesante, positiva, activa, no sólo a los problemas geopolíticos, sino también a su realidad interna.

Naturalmente, no han fallado sólo las instancias europeas: cómo podéis leer en la crónica de Gerard Fageda, el gobierno de España ha ido relegando esta cuestión de sus prioridades, y la presión de Junts sobre el ejecutivo de Pedro Sánchez por el catalán en Europa también se ha relajado. Fuera por convicción o por conveniencia, en los momentos de mayor abrigo el ministro Albares llegó a esgrimir un argumento a favor del reconocimiento inédito hasta ahora en el nacionalismo español: a saber, que las lenguas oficiales distintas del castellano son las lenguas propias de más de un 20% de la población del Estado, y que por tanto son una parte fundamental de la identidad nacional. Teniendo en cuenta los enormes, intensos y sostenidos esfuerzos que ha dedicado históricamente España a ir contra estas lenguas o directamente a perseguirlas, las cantidades exorbitantes de tiempo, dinero y esfuerzos que ha invertido e invierte en abolir estas lenguas, era un argumento ciertamente nuevo. Y agradable de oír, ¿por qué no decirlo.

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Un argumento que, si alguna vez prosperara (no hace nada de pinta), podría ser doblemente interesante: por un lado, representaría un punto de inflexión en la historia del españolismo, que es una historia de lucha constante contra la diversidad lingüística. Y por otra, podría ser un buen argumento para el catalanismo y el independentismo, o al menos de un catalanismo y un independentismo progresistas. Pero tampoco da la impresión de que tengan que ir por aquí las cosas.

Lo previsible es que el PP y Vox celebren el paro del reconocimiento del catalán en Europa como una victoria quince a cero, que los partidos del gobierno español, PSOE y Sumar, traten de poner olivas, y que Junts, pese a haber relajado la presión, utilice este revés como otro argumento en las aburridísimas peleas de paridos. Se beneficiarán nuevamente el españolismo y el independentismo de ultraderecha, Vox y Aliança Catalana, que coinciden en ser antieuropeístas (parásitos de las instituciones europeas sería más exacto). Mientras Europa, atemorizada y perdida, pierde también una oportunidad importante en la cuestión lingüística, que en el proyecto europeísta es –debería ser– fundamental. También para el futuro del catalán son fundamentales el europeísmo y la Unión Europea. Por eso es aún peor que la respuesta sea tan mediocre.