Esto podría ser cualquier cosa
El martes a mediodía Tot es mou abría el programa con el tiroteo en el metro de Nueva York que se había producido poco rato antes. Helena Garcia Melero ofrecía a la audiencia los pocos datos que se tenían alrededor de estos hechos. Y a continuación pronunció el nombre del tertuliano que tenía sentado a su lado para activar la rueda especulativa. El juego del pillapilla: “Joan Julibert”. El azar del calendario de colaboradores hizo que aquel día la patata caliente le tocara a él y tuviera que teorizar sobre atentados. Y el diligente periodista, sin suficiente información para hacer un análisis cuidadoso, no tuvo más remedio que pronunciarse: “Podría parecer que es una operación orquestada u organizada”. Y continuó poco después: “Lo que explicas de los detalles es que parece que habría algún tipo de organización detrás...” El colaborador apuntaba a ciegas a posibles opciones, que si yihadismo, que si extrema derecha. Cada vez que Melero tenía un dato nuevo lo incorporaba para engrasar los mecanismos de la tertulia. Y volvía a dar paso a Julibert, que hinchaba el perro obligado por la trituradora televisiva: “Estos detalles tienden a hacer pensar que habría una serie de personas que habrían montado un dispositivo, que no es una persona que coge un arma y tiene un ataque de ira”. A continuación fue el turno de la otra tertuliana, la modelo Judit Mascó, que apuntaba en nuevas direcciones: “Pero es que podría ser cualquier cosa. Podría ser un movimiento pro-Putin, ¿sabes qué quiero decir?” Y Helena Garcia Melero reconocía abiertamente el juego al que estaban jugando: “Estamos en el terreno de la especulación totalmente. Acaba de pasar. No tenemos más noticias que las que tenemos”. Pues si tienes poco, mejor no aventurarse. Pero, más allá de lo poco que les pudo decir una periodista desde Nueva York, salieron adelante con la especulación. Minutos más tarde tocó ensuciarse en el barrizal de las comparaciones. Julibert encontró un símil en los atentados en la isla noruega de Utoya en 2011.
Los colaboradores aceptan el juego e incluso arriesgan en supuestos. Los responsables son los que deciden convertir el periodismo en tertulias donde todo el mundo puede hablar de cualquier cosa incluso aunque no sepan qué está pasando. Los hechos eran bastante trágicos para entretener a la audiencia sin valorar el despropósito periodístico. Especular es desinformar. Si aquella era la última hora, se entiende que hablen de ello. También que tan pronto como puedan recurran a especialistas. Abocar a los invitados de turno a teorizar sin fundamento, aparte de una mala pasada, es una mala praxis en una tele pública. La tertulianización de la programación de TV3 y del Tot es mou en concreto abusa demasiado a menudo de este recurso. Ha creado incluso un star system de expertos en un momento. Una miscelánea de valientes de la retórica pescados de los medios, de las redes sociales y otros consagrados por la popularidad de tiempos pasados dispuestos a hablar de lo que convenga. Como servicio público, más que admitir descaradamente la especulación para poderse recrear sin complejos, estaría bien hacer un esfuerzo para distinguir cuándo se informa y cuándo entretiene.