'Criptosisters', mujeres y finanzas

Esta semana se celebró el Día de la Educación Financiera. ¿El titular? En España es baja en comparación con otros países europeos, sobre todo los nórdicos. La medida de la educación financiera se basa en el conocimiento de tres grandes conceptos: el interés compuesto, la inflación y la diversificación del riesgo. No se trata sólo de saber definirlos, sino de saber incorporarlos en las decisiones del día a día. Las personas que conocen bien estos conceptos tienden a tener un fondo para emergencias, ahorran más para la jubilación y toman mejores decisiones.

Sin embargo, pocas veces se profundiza en las diferencias de género. Rascando entre la investigación, un análisis de la encuesta de conocimiento financiero en España del 2016 afirmaba que las mujeres casadas tenían menos conocimientos que las mujeres solteras. Sin embargo, entre hombres y mujeres solteros, el conocimiento era el mismo. Y no, no puedo evitar recordar la declaración de un personaje femenino ilustre en un juicio: "De eso se ocupa mi marido". De este estudio hace ya casi diez años. ¿Es posible que todavía se mantenga una delegación de las responsabilidades financieras en el hombre?

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Pues parece que sí. Y el motivo recae en una tradición cultural de gestión conjunta de las finanzas frente a la gestión individualizada. Otro estudio, éste publicado el año pasado, calcula la probabilidad de que una mujer, en el marco de una pareja heterosexual, tenga una cuenta bancaria individual a su nombre, partiendo de la premisa de que una cuenta de estas características sienta las bases para una gestión independiente de las finanzas. Pues bien, las probabilidades de tener una cuenta individual disminuyen cuando: ningún miembro de la pareja valora la importancia de la autonomía económica, si está casada (en vez de ser pareja de hecho), si la pareja tiene hijos o hijas, si el hombre gana más que la mujer, y si la pareja no tiene estudios universitarios.

Esto deja a la mujer en una situación de dependencia financiera que puede serle perjudicial si hay conflictos o si hay que atravesar un divorcio. También amplía la brecha económica más allá de la vida laboral, en parte a consecuencia de haber cobrado sueldos inferiores, lo que también se traslada a los ahorros privados que se hayan podido gestionar a lo largo de la vida. Lo confirma un informe publicado por ClosinGap y la Fundación Mapfre.

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Aunque las mujeres están entrando con fuerza como inversoras, los estereotipos siguen vigentes. Las mujeres, si pueden, generan ahorros a largo plazo y en inversiones de escaso riesgo. Los hombres asumen mayores riesgos. Que las finanzas están masculinizadas se constata también a nivel profesional, donde las mujeres tienden a ocupar direcciones relacionadas con los recursos humanos o la comunicación mientras que las finanzas corporativas están dominadas por hombres. Los foros de inversión en los mercados de capital tienen voz de hombre.

El empoderamiento económico de las mujeres pasa también por las finanzas, empezando por mantener siempre la autonomía con una cuenta corriente individual y un plan de pensiones, y continuando posiblemente con inversiones en acciones, ETFs e, incluso, para convertirnos en criptosisteros, si así lo decidimos.