¿Cuánto cuesta esa paz?

De entrada toda propuesta de paz es buena, incluso aunque venga de un tipo indecente como Trump. Dicho esto, la propuesta de acuerdo de paz anunciada con el insufrible autobombo habitual del presidente americano, a la que se ha adherido Netanyahu de una forma trapasera que haría reír si no fuera trágica (dirigiéndose a su audiencia en hebreo para menospreciar los puntos del acuerdo que menos le gustan). credibilidad. En concreto, es un acuerdo de paz que debe leerse junto a las palabras del ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, que hace apenas dos semanas, durante una conferencia del sector inmobiliario en Tel-Aviv, declaró sin tapujos que Gaza es "un gran negocio inmobiliario que se paga por sí mismo". Smotrich no se detuvo aquí y no escatimó detalles ni subrayados: "Israel ha gastado mucho dinero en esta guerra y ahora debemos ver cómo dividimos la tierra en porcentajes". Y también: "Ya hemos hecho la primera fase, que es de demolición; ahora toca la reconstrucción". Y aún: "Gaza es una mina de oro que nos repartiremos con EEUU".

Hace tres semanas Hamás anunció que estaba preparado para negociar "de forma inmediata" un plan de paz y, en concreto, uno que pasara por la liberación de todos los rehenes a cambio del fin de la guerra en la Franja de Gaza. Sin embargo, también es altamente dudoso que esto sea cierto. El plan de paz propuesto por Trump incluye la retirada total de Gaza de las tropas israelíes y, en paralelo, el desarme y rendición de Hamás. Es altamente improbable que ninguna de las dos cosas lleguen a suceder: demasiados crímenes de guerra y demasiado martirio sobre la población civil para que ahora el odio se desvanezca sólo para que lo diga un personaje pintoresco desde el Despacho Oval de la Casa Blanca.

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Además del dinero, en el caso de Trump siempre hay que tener en cuenta la megalomanía, un factor que no es cuantificable pero que en su caso es determinante. Es difícil decir qué es más Trump, si autoritario o vanidoso, pero en cualquier caso una pulsión alimenta a la otra, y son en buena medida los motivos que le convierten en un gobernante voluble, arbitrario, desequilibrante y desequilibrado. Naturalmente que Trump quiere hacer negocio siempre, y el famoso vídeo con la Franja de Gaza convertida en un complejo turístico era toda una declaración de intenciones y un ejemplo de hasta qué punto las administraciones Trump y Netanyahu están en sintonía con las palabras de dicho Smotrich sobre la "mina de oro" que les espera con la reconstrucción de Gaza. Pero tanto como esto, Trump se ha obsesionado ahora con la idea (el capricho, ha vivido toda la vida haciendo realidad sus caprichos) de erigirse en un campeón de la paz mundial, idolatrado por muchos. Trump, en resumen, quiere ser adorado: en el mismo vídeo aparecía la imagen de una gran estatua suya, dorada, en medio de la futura ciudad turística de Gaza... Clausewitz (que ahora vuelve a estar de actualidad porque Bob Dylan ha dicho que lee) ya avisó de que hay un punto en la victoria que no conviene rebasar.