Badalona: ¿qué piensa el PP?
En la crisis causada por el alcalde Xavier García Albiol en Badalona con su gesto de sheriff de pacotilla (una crisis que seguirá, de entrada, mientras haya personas durmiendo al raso, pero que después tendrá repercusiones mucho más allá) se ha echado de menos, durante diez días, la postura del Partido Popular. Se trata de una de las alcaldías más potentes de las muchas que tiene el PP: la cuarta ciudad de Catalunya y –según ellos– una gran ciudad española. Era, por tanto, necesario que el PP fijara posición. En concreto, había que saber qué opinión le merecía a Feijóo la decisión de Xavier García Albiol (de una expulsión con cargas policiales) y también qué pensaba de la gestión del propio Albiol de la situación creada. La gestión albiolesca ha consistido en inflar el pecho con bravatas y gracietas casposas, y en preocuparse mucho más de salir a los medios intentando hacer de tipo duro que buscar soluciones a un despropósito creado por él mismo, que ha causado fractura y alarma social. Feijóo debía pronunciarse sobre todo esto. ¿Le parecía bien? ¿Le parecía mal? ¿Le parecía bien pero pondría matices? ¿Albiol también le informaba "en tiempo real" de lo que sucedía en Badalona, como Mazón en Valencia?
Este lunes hemos tenido la respuesta. Y la respuesta ha consistido en un cierre de filas de manual de Feijóo y el partido con su marido en Badalona. Sin embargo, sucede que lo que ha hecho Albiol es un acto, también de manual, de política del odio. Odio y deshumanización: en la postura oficial del primer edil badalonés, pobres, inmigrantes y cualquier persona que no tenga la piel blanca (siempre, muy especialmente, los negros) han dejado de ser personas con derechos y necesidades para ser presentados como criminales, delincuentes y focos de infecciones, tanto sociales como epidémicas. El resultado fue que al día siguiente un grupo de ciudadanos se presentó ante un albergue gritando que querían "quemarlo", se entiende que con los inmigrantes dentro. Albiol trató de disuadirles, pero sólo porque les estaban grabando y se arriesgaban a afrontar consecuencias penales. Respecto al resto, les dejó bien claro que estaba con ellos "al mil por ciento". El odio y la deshumanización son exactamente eso.
En el 2025 ha dejado motivos razonables para pensar que el PP acepta estas políticas del odio donde gobierna. Odio a los inmigrantes, en sintonía con la involución ultraderechista de nuestro tiempo, pero también odio a las mujeres que deben abortar ya los familiares de las víctimas de los protocolos de la vergüenza en Madrid, odio a las víctimas de la dana de la Comunidad Valenciana, odio a las mujeres con cáncer de mama que protestan por un cribado ambiente y de prevención del cambio climático en Castilla y León, odio viejo y descarnado contra la lengua catalana en Baleares y en la Comunidad Valenciana. Odios que se ven atizados en los lugares donde el PP gobierna de la mano/bajo la bota de Vox. En 2026, Feijóo tiene una serie de citas electorales para esclarecer si su programa de gobierno (que todavía no conocemos) incorpora todos estos odios.