Balance de 2025

Quien gana y quién pierde en el nuevo orden global trumpista

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, asiste a una rueda de prensa mientras hace un anuncio sobre la "Flota Dorada" de la Marina en Mar-a-Lago, en Palm Beach
29/12/2025
4 min

El trumpismo ha obligado al mundo a reubicarse. Cómo se puede leer en elinforme El mundo en 2026: diez temas que marcarán la agenda internacional, del CIDOB, el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca supuso el inicio de una nueva era en la instrumentalización de la coerción económica y tecnológica, la intensificación de la competición por los recursos y la necesidad de buscar relaciones comerciales alternativas en Estados Unidos, que ha acelerado una carrera global para diversificar los amigos y reponer puentes con aliados de conveniencia.

Las relaciones internacionales se reordenan: desde los esfuerzos de China por proyectar estabilidad y ampliar mercados hasta el vasallaje trumpista de la Unión Europea, así como los nuevos espacios geopolíticos que se consolidan en el Sur Global.

En 2026 veremos quién se adapta mejor en un año que consagrará la ley del más fuerte. Estamos frente a un reajuste global que tiene ganadores y perdedores, pero no sólo. También existen oportunistas, que desde la connivencia ideológica, o desde un pragmatismo desacomplejado, han encontrado la manera de instrumentalizar estos cambios e influir en un orden que se presenta caótico. Es el caso de los países del Golfo, con su prominencia diplomática y tecnológica reforzada. Al mismo tiempo, vemos espacios de resistencia, como el hartazgo global de la generación Z. Y actores que se sienten desubicados ante unas transformaciones que no saben cómo afrontar y que, como la UE, van al rebufo de un mundo que les es cada vez más hostil.

Pero el orden trumpista es, sobre todo, una victoria del poder duro que refuerza la impunidad del intervencionismo. En plena desintegración del multilateralismo, el retorno de las esferas de influencia se defiende a tuberías, actuando contra la legalidad internacional, como ocurre en Ucrania, Gaza y Cisjordania, o con losataques militares extrajudiciales contra supuestasnarcollajasen el Caribe y el Pacífico. Trump simboliza la creciente ola de estados que se sitúan al margen de la ley. Incluso sus esfuerzos pacificadores se realizan desde la voluntad expresa de marginar y debilitar la gobernanza y la legalidad internacionales.

La tentación de reducir las negociaciones de paz a un mero ejercicio de conflicto de intereses crece. La paz de Trump se construye a través de los negocios. No se trata de solucionar agravios históricos, sino de aplicar una mentalidad comercial que incentive un alto el fuego de réditos inmediatos. La diplomacia tradicional ha sido sustituida poracuerdos entre magnates. Y con la misma visión, el trumpismo se ha traducido en una captura descarada del estado, que ha llenado los bolsillos del círculo más cercano al presidente y de aquellos que le ayudaron a recuperar el poder.

En 2026 se intensificará también el rearme tecnológico. Los ingresos procedentes de la venta de armas han alcanzado la cifra más alta desde 1989. El uso de drones también ha registrado un gran crecimiento en contextos de conflicto, más allá de Ucrania y Gaza: en Haití, en Colombia, en el mar de China Meridional y en la escalada militar entre India y Pakistán. La robotización de la violencia por control remoto está transformando la guerra, y la irrupción de la IA militar acabará de determinar ese cambio. Es el nuevo instrumento en la carrera global por el poder.

El valor de las empresas de tecnología de IA se ha disparado en los últimos meses. Unas ganancias que ejemplifican, al mismo tiempo, el oportunismo y los miedos detrás de este nuevo modelo. El crecimiento económico de EE.UU. depende peligrosamente de las inversiones en infraestructura de IA y del resultado de los llamados siete magníficos(Alfabeto, Amazon, Apple, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla). La incógnita es si se podrá mantener ese nivel de euforia y qué pasará, a nivel global, si se frenan estas inversiones. De momento, no es casualidad que Elon Musk (fundador de Tesla), Larry Page (presidente de Google), Jeff Bezos (fundador de Amazon) y Larry Ellison (fundador Oracle) encabezen la lista de las mayores fortunas del mundo.

Todo esto aumentará, aún más, la presión de Estados Unidos sobre la legislación digital de la Unión Europea, convertida en unterreno de confrontación. La UE se siente cada vez más desubicada en esta nueva realidad global, despreciada por su aliado tradicional y desafiada por un Vladimir Putin que se ve reforzado desde Washington. Las prioridades que marcan la agenda geopolítica europea (como la defensa, la guerra de Ucrania y los acuerdos comerciales) no coinciden con el día a día de la gente, y el malestar se refleja en las urnas.

Pero si hay una clara perdedora de esta nueva realidad es la democracia de Estados Unidos. El 85% de los estadounidenses afirman de forma abrumadora que laviolencia políticaestá aumentando en su país. La rápida consolidación del poder presidencial de Trump está conduciendo a EEUUhacia un autoritarismoque erosiona el estado de derecho de forma acelerada. La independencia de las instituciones está amenazada. En 2026 se celebrará el 250 aniversario de la independencia de Estados Unidos, coincidiendo, paradójicamente, con el temor a lainterferenciaen las elecciones de medio mandato del próximo mes de noviembre. Será el primer examen general en el trumpismo. Mientras, su agenda global seguirá imponiendo una jerarquía construida desde la involución en el terreno de los derechos, la fragmentación en las relaciones comerciales y la desconfianza en la gobernanza multilateral.

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