En la curva del bucle
BarcelonaVivir en bucle tiene ventajas. No se adelanta, pero es confortable. Sobre todo cuando se empieza a ver venir la siguiente curva y se la reconoce porque ya se ha pasado antes. La historia de España es un bucle perfecto por el que subimos y bajamos generaciones enteras. Avanzar pediría más sentido de la realidady menos arrebato, mayor capacidad de pactar y resolución ejecutiva. Requeriría el reconocimiento del otro y la voluntad de llegar a pactos estables.
Llega el 11 de septiembre un año más con el gran tema político abierto y más cerca de la casilla de salida del juego de la Oca que del final, después de pasar por la cárcel, por el pozo y por algún atajo que conducía al limbo. Desde la sentencia que laminó el Estatut todo han sido aceleraciones y sufrimiento, sin que haya habido verdaderos avances políticos. Los progresos podrían llegar haciendo de la necesidad de virtud si se reconocieran algunas conclusiones. Me atrevo a proponer algunas:
- Sin la estabilidad de Catalunya, España está abocada al bloqueo.
- El independentismo es un actor clave, legítimo y debe ser respetado escrupulosamente por el Estado.
- La reforma de la arquitectura territorial sólo llegará por necesidad de la aritmética parlamentaria y no por convencimiento y aceptación de la pluralidad de España.
- Ningún pacto realmente de fondo será estable y podrá implementarse sin algún tipo de aceptación por parte del PP.
- El poder judicial debe renovarse y responder a la realidad política y social.
- Cuando la Fiscalía plantea reformar las competencias "obsoletas" de la Audiencia Nacional es la oportunidad de acabar con su vigilancia política.
- El referendo del 1-O fue un extraordinario éxito de voluntad de ser y resiliencia colectiva catalana que no cumplía los requisitos para ser reconocido internacionalmente.
- Las leyes de transitoriedad rompieron la confianza de demasiados catalanes en la cohesión.
- La unilateralidad y la proclamación de la independencia demostraron sus límites en el 2017.
- La amnistía es una píldora amarga para España y debe ser reconocido el coraje político de implementarla.
- Todos los votos cuentan.
- La competencia interna entre ERC y JxCat condicionó las decisiones en el 2017 y seguirá haciéndolo ahora.
- El reconocimiento político del expresident Carles Puigdemont es una excelente noticia para llevar el conflicto a la política.
Dado que los dos grandes partidos españoles no serán capaces de abrir un proceso constituyente, es el momento de negociar el reconocimiento político nacional y medidas de mejora de la relación económica con España. El mundo no espera y este rincón del sur de Europa necesita mirar hacia adelante. Salir del bucle.
Este 11 de septiembre hemos pedido al president ya los expresidents de la Generalitat una visión de hacia dónde va Catalunya. Las respuestas se pueden leer en las páginas de la sección de Política y ejemplifican bien la visión de la situación desde las diversas posiciones ideológicas y también desde la lectura que se ha hecho de los años que han seguido al estallido del 2017, hace casi seis años. Las últimas elecciones en Catalunya las ha ganado el PSC, que está representado por el expresident Montilla –desgraciadamente, no hemos podido pedir la opinión al expresident Maragall; tampoco ha podido ser con el expresident Jordi Pujol.
¿Y AHORA QUÉ?
La aritmética parlamentaria da hoy una oportunidad de negociación privilegiada después de muchos años. Hoy no sabemos si los políticos serán capaces de salir de un bucle que para unos lleva siglos y para otros sólo algunas décadas. Lo cierto es que las transformaciones del siglo XXI son extraordinarias y el mundo no nos está esperando. La pobreza ha crecido un 30% en los últimos años, el paro juvenil es de récord dentro de Europa, la calidad de la enseñanza es más que mejorable y los resultados en competencias básicas son penosos, los centros de investigación no tienen suficiente financiación, las costuras de la sanidad están más que tensionadas, la vivienda es una pesadilla para jóvenes y mayores, la contaminación nos mata, la igualdad de género es una batalla permanente.
Empieza el curso político con unas cartas nuevas y buenas para la negociación de mejoras. Si los representantes de hoy harán gestión o gestualidad lo sabremos en los próximos meses. Mientras, la sociedad catalana seguirá latiendo a su ritmo. Si ambos ritmos se acompasan, lo veremos a medio plazo en aspectos como la credibilidad de la democracia y de la política.