Los delirios de Miguel Bosé y Pablo Motos
Hace cinco meses La Sexta emitió un reportaje en Equipo de investigación titulado Bosé, el negacionista en la que profundizaban en la degeneración del discurso público de Miguel Bosé, obsesionado en difundir todo tipo de teorías conspirativas. También denunciaba las colaboraciones del cantante con médicos inhabilitados y curanderos. pública.
Paradójicamente, esta semana, Bosé ha vuelto a la televisión, en una entrevista en El hormiguero, del mismo grupo mediático. Sus declaraciones se arrastraron toda la semana. La estrategia hipócrita es la de siempre: se invita a Miguel Bosé, se le deja decir sus disparates habituales, y después sirve de munición viral a todo tipo de programas que hacen tertulia sobre su estado de salud y las tonterías que ha explicado. Después, el mundo del reporterismo audaz, se pregunta cómo puede que se siga dando cobertura a este individuo, como si fuera otro misterio.
En esta última entrevista de Pablo Motos, el presentador volvió a recrearse en el estado de salud de Bosé. Y, por enésima vez, volvimos a ser testigos de una operación de blanqueo sobre el renacimiento del artista que no es otra cosa que pura fantasía especulativa fruto de los delirios del personaje. Volvía la farsa de la infección de muelas y que el problema que tenía era de "cierre de cuerdasPero Motos insistía en profundizar en su teoría de vida, en preguntarle por todo tipo de dietas y tratamientos y en consultarle su día a día de una lucha heroica. Hay una necesidad morbosa para hacerle hablar sobre cuestiones existenciales, como si Bosé fuera un filósofo que se dedicara al mundo terapéutico y el blando. darle cuerda, seguirle la veta y normalizar su actitud y sus teorías es extraordinaria y tan peligrosa como toda la porquería pseudocientífica que suelta Bosé, que sigue destruido como siempre. Después todo el mundo moja pan y aspavienta. sumaría con facilidad: "Con lo políticamente correcto nos quieren convertir en un rebaño sin personalidad", decía el presentador. Y Bosé aseguraba que habíamos perdido la libertad que había en los años 70 y 80. "El precio que paga uno puede decir lo que piensa es muy alto", reiteraba Motos. Y eso lo decían dos señores en prime time. Uno con programa propio y líder de audiencia, el otro a punto de empezar una gira por España y Latinoamérica (y que ya veremos cómo lo acaba). Éste es el precio que pagan y la coerción que sufren.