Despilfarro
Leemos en el ARA un dato más, con un tanto por ciento más, que nos permite decir una vez más que cada casa es un mundo, pero que, sin embargo, estremece. "Cada ciudadano de la Unión Europea genera 132 kg de residuos alimenticios y tira 12 kg de ropa y calzado cada año". Europa "pretende" (qué verbo tan poco comprometido) que cada Estado miembro cumpla objetivos. "Por ley, a lo sumo el 3 de diciembre del 2030 las empresas productoras tendrán que reducir un 10% el desperdicio alimentario en el procesamiento y la fabricación de las comidas, y el comercio minorista y los restaurantes (así como los hogares) tendrán que disminuirlo un 30%".
No entiendo cómo quieren que se haga esto. ¿Vendrán a nuestra casa y mirarán si una naranja de la bolsa del otro día ya tiene penicilina? ¿Comprobarán que el pan seco se convierta en pan rallado y el pan rallado no se llene, a la larga, de insectos? ¿Las empresas –por ejemplo, los supermercados– tendrán que tirar un diez por ciento menos de lo que tiran normalmente? ¿Por qué un diez por ciento? ¿Por qué no un nueve o un once?
No hace mucho que estábamos todos muy contentos y satisfechos pagando tapas de diseño a 50 euros. Y paralelamente decían, también muy contentos y satisfechos, que los catalanes son tacaños, que sacan pan de las piedras. Nuestra cocina es aprovechamiento: sopas de pan, para aprovechar el pan seco; canelones, para aprovechar el asado; arrope, para aprovechar la fruta y la verdura que se queda en el huerto en otoño… Incluso el pan con tomate sirve para aprovechar el pan del día antes. Al final, el tiempo nos da la razón. Yo siempre digo, en casa, que si pusiéramos un euro en una hucha cada vez que medio calabacín se nos estropea o que no aprovechamos los restos de un pescado que hemos hecho para comer nos daríamos cuenta. Mi abuela decía: "Que no sea el fregadero la mejor alimentada", refiriéndose a que no se podía tirar ni el agua de hervir los garbanzos. Tenía razón. Estamos locos.