Días de sombras
¿Cómo es posible que un hombre que ha hecho lo que ha hecho, que dice lo que dice, se pueda volver a presentar para ser presidente y gane con esta abundancia de votos?
¿Cómo puede que el gobierno valenciano aún no haya dimitido y siga esparciendo mierda huyendo de sus responsabilidades?
¿Cómo es posible que la izquierda se haya ido tan al centro y haya sido tan inútil como para favorecer este fanatismo mundial?
¿Cómo es posible que todas las decisiones clave para la humanidad todavía las decidan hombres con corbata?
¿Cómo es posible que se priorice a los toreros ante los servicios de emergencia?
¿Cómo puede ser que todavía se cuestione el derecho al aborto por parte de personas dispuestas a matar a personas?
¿Cómo es posible que la solución a una tragedia como la del País Valenciano dependa de voluntarios mientras los servicios de emergencia esperan que alguien les dé una orden?
¿Cómo puede haber tanto consenso para salvar la unidad de España y tan poco para salvar a las personas que viven en este estado?
¿Cómo es posible que vivamos en un mundo lleno de líderes sin empatía rodeados de sirvientes dispuestos a ejecutar órdenes degeneradas?
¿Cómo es posible que se acepten las limosnas de las grandes fortunas y no se les exija pagar los impuestos que tocaría?
¿Cómo puede ser que impidan que las personas se muevan por el mundo en libertad, denegándoles un derecho humano?
¿Cómo puede ser que la política utilice una tragedia para lanzarse dardos y escalar posiciones en su ranking de miseria?
¿Cómo puede ser que las religiones tengan todavía un peso tan importante en las sociedades del siglo XXI?
¿Cómo puede ser que más de una semana después haya sitios golpeados por la DANA donde aún no ha ido nadie?
¿Cómo puede ser que en pleno cambio climático el mundo esté liderado por terroristas contra la naturaleza?
¿Cómo puede ser que la monarquía española utilice una desgracia descomunal para fortalecer su imagen y silenciar su corrupción?
¿Cómo puede ser que los impuestos no sirvan para lo que tienen que servir y dependamos de la beneficencia y de la solidaridad?
¿Cómo puede ser que el deporte monopolice tantas horas en el espacio mental y comunicativo del mundo occidental?
¿Cómo es posible que el 1% de la humanidad acumule más del 60% de la riqueza mundial?
¿Cómo puede ser que la extrema derecha haya encontrado un camino tan llano para plantar todo este odio?
¿Cómo puede haber dinero público para salvar bancos y que ese dinero nunca se haya tenido que devolver mientras los bancos exhiben beneficios estratosféricos?
¿Cómo puede ser que la victoria de otro psicópata ya no nos sorprenda?
¿Cómo puede ser que el mundo se haya vuelto tan deshumanizado?
¿Cómo puede ser que nos resignemos a asistir a este declive, que para otros es un auge, como si fuera una fase inevitable de la historia?
¿Hemos hecho todo lo que podíamos? ¿Estaba en nuestras manos?
Estas son algunas de las muchas preguntas que hace días que nos hacemos. No somos tan ingenuas de pensar que carecen de respuesta. Contamos con argumentos más o menos sólidos que explican las situaciones que vivimos. De hecho, hay preguntas que responden a otras preguntas. Queremos otro mundo y ya no nos preguntamos cómo conseguirlo, sino si realmente es posible. Sobrevuela nuestras cabezas una sensación de derrota y desánimo. No nos es indiferente el sufrimiento que vemos. Ni lo que está cerca y ni lo que está lejos. Tampoco nos será indiferente cómo se extenderá el abandono cuando ya no se hable de lo que hoy es noticia. Pero ¿tenemos alguna posibilidad de vencer este sistema de valores salvajes?
Hay semanas que nacen oscuras y son capaces de oscurecerse más. Hay semanas en que el mundo solo nos trae muchas preguntas, mucha rabia y mucha tristeza.