La guerra fría catalana

Espionatge al móvil.
14/12/2025
Periodista y escritor
3 min

La guerra fría ha vuelto. Los espías tienen más trabajo que nunca (CV aquí). Hoy el telón no es de acero. Los muros no son de cemento. No hay fronteras de alambres. Pero las encriptaciones, códigos cifrados, lenguajes invisibles sin fotosíntesis están más vivos que nunca. La información real, de verdad, buena, manda hoy como los días del Big Bang, Adán y Eva o elHomo habilis haciendo bricolaje endomingado en el chalet cueva. La información es como el agua del grifo: si en pico y no es potable me desoriento para ir por la vida, enfermo, muero. La información es salubre o tóxica. Hay mucho contaminado. Mucha mierda en el cerebro. Mucho jabalí humano apestado. Me lo hace llegar uno de los espías que tenemos esparcidos por el país no ocupado.

"En mi entorno el concepto tradicional de Catalunya ha desaparecido. No hay una visión nacional de luchar por algo común", informa el agente sin ningún tipo de encriptación. En esa nueva guerra fría ya no es lucha por Catalunya. Esta guerra fría no se calienta ni con microondas, thermomix o las paranoias vegetales de los maestros sanadores que dicen que no debe comerse carne a la brasa y se la joden ellos a granel cuando no los ve nadie. Es la guerra fría: la Cataluña de los farsantes contra la Cataluña de los no farsantes. El Proceso no era por hacer la independencia: era por la supervivencia. Caído el muro se levanta otro muro.

Al otro lado hay ejércitos que se autoorganizan. Comunidades autodeterminadas. Un país de países ultralocales y originales que han visto el futuro. Miles de personas que se han quedado solas. Nadie les ayuda. El país es un orfanato. No hay 112, ni 012. Arrinconados como bestias bautizadas por la sangre sacan el talento natural, real, para salir adelante. Nada más invencible y peligroso que un animal herido. No hay yo sin nosotros. Barcelona no actúa de capital de nada, ni de palo de pajar, ni de olla, ni de droga. Barcelona tiene el yo, pero no el nosotros. Cataluña se ha convertido en una ONG que quiere salvar a todo el mundo menos a los catalanes. Inmigrantes en nuestro país. Los teóricos paja mental quieren enseñar a los prácticos derrochados cómo deben hacer las cosas. Los que nunca han hecho nada se lo dicen a los que han hecho siempre cómo deben hacer las cosas. Tratan como neandertales a los que tienen la tecnología humana desde el primer día. Las paredes de las cuevas están llenas de vida, no de muerte.

El feminismo deben enseñarlo también las madrinas de los pueblos, no sólo las teóricas subvencionadas pintadas de colores daltónicos que viven en sectas de autoayuda cósmica. Os dan mil vueltas. La farsa placebo de los emprendedores deben enseñarla los albañiles, los carpinteros, los fontaneros… No hay más business plan que lo que está dentro de la cabeza y el sudor. Las redes sociales son las asociaciones, las entidades, las fiestas mayores, las infraestructuras humanas por las que circulan neuronas, ideas, amores, respeto. La pedagogía es la de padrinos-padres e hijos: los niños deben tener cuatro ojos, cuatro orejas, la boquilla cerrada y las manos en el bolsillo. Más creer: para saber debe creerse. No queremos niños felices: queremos niños vivos. Farsa y más farsa.

El mundo se vuelve frío. La era glacial. El mamut, la morsa, la foca, el pingüino, el cubito de hielo. Comerán. Vivirán. No lo podrá decir todo el mundo. El amor está hecho de espías. Y de un país blanco, blanquísimo. Infinito. Invisible. La sangre será la frontera.

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